viernes, 3 de marzo de 2017

Lluvia sí, pero de Bilbao






Los primeros sorprendidos hemos sido el equipo de Hoy por Hoy Bilbao cuando Charly, un emprendedor del "mismo centro de Bilbao" tal y como le gusta decir, se ha puesto en contacto con el programa para presentarnos un souvenir en forma de botella de cristal, de pequeño tamaño, en cuyo interior hay lluvia de Bilbao. Una botellita customizada con txapela y pañuelo que lleva una inscripción en la parte frontal enmarcada como si de una calle se tratara donde se puede leer "lluvia de Bilbao".
Proceso de recogida de la lluvia de Bilbao frente a San Mamés. / charly



 historia, según ha relatado en el programa Charly, surgió "de la manera más ocasional cuando un día lloviendo me asomé a la ventana de mi casa y se me ocurrió que la lluvia, la verdadera lluvia que estaba cayendo sobre mi ventana, podría ser un gran souvenir para recordar Bilbao".
Dicho y hecho. Después de darle muchas vueltas a cómo recoger y filtrar la lluvia que cae sobre su capital, consiguió imaginar que dándole la vuelta a un gran toldo de jardín, le podría servir  dado la vuelta como punto de recogida. Agua que se filtra a través de un tubo que cae en unos bidones.
Proceso de recogida de la lluvia de Bilbao en el monte Artxanda. / Charly
Charly asegura en Hoy por Hoy Bilbao tener todos los permisos y recuerda "no es agua para consumo, no se debe beber. El bote llega precintado y luego allá cada uno. Lo único que te puede pasar si las bebes es una diarrea". El autor de esta cuando menos sorprendente iniciativa de venta es el titular de una página de facebook, bilbainadas. Una página que visitan y siguen ya 240.000 personas de todo el mundo. "Hay mucha nostalgia cuando se está lejos de Bilbao y de ahí que estoy convencido que este souvenir va a funcionar".
Los botellines con lluvia de Bilbao se cormercializarán a través de una página web y en establecimientos turísticos de la capital. El precio en tienda entre 14 y 15 euros.

jueves, 2 de marzo de 2017

La galería Windsor cierra sus puertas


Roberto Sáenz de Gorbea vacía estos días la galería Windsor, que cierra después de 46 años.Foto: José Mari Martínez
Roberto Sáenz de Gorbea vacía estos días la galería Windsor, que cierra después de 46 años.Foto: José Mari Martínez
BILBAO - Windsor Kulturgintza es la galería de arte más veterana de Euskadi y una de las más antiguas de todo el Estado. Ahora, su propietario, Roberto Sáenz de Gorbea, ha decidido cerrar sus puertas, tras 46 años de haber protagonizado una gran parte de la vida artística de la capital vizcaina. “Ha sido muy complicado tomar esta decisión, pero necesaria”, confiesa Roberto Sáenz de Gorbea, que asumió el año pasado también la dirección de la feria FIG Bilbao. “A la difícil situación económica, se une también una crisis del modelo de estructura, es necesario una reflexión. Vivimos una época de cambios profundos, también en el ámbito cultural. Las instituciones públicas no invierten dinero en adquirir arte y no hay recambio natural de coleccionistas. No hay mercado, la sociedad que se acercaba a nosotros para solicitar una obra ha desaparecido. Las nuevas generaciones no compran arte, amplían una foto por 40 euros y sustituyen con ella un cuadro. No vienen a las galerías para visitar exposiciones, ni siquiera muchos alumnos de Bellas Artes acuden a verlas. Recuerdo que cuando la galería abrió sus puertas, venían constantemente, querían conocer lo que se hacía en el mundo artístico. En la actualidad, piensan que con las nuevas tecnologías ya tienen cubierta esa necesidad. Incluso muchos artistas ya ni siquiera quieren organizar exposiciones, tienen que invertir una cantidad considerable y luego no venden obra. No les resulta rentable”, explica. 
Sáenz de Gorbea se queja también de que la figura del galerista “está ninguneada. No recurren a nosotros y somos mucho más que un agente que vende y compra, somos dinamizadores. No hay respeto a la profesión. Se dirigen directamente al artista para adquirir obra, hay que darle el valor que tienen a los galeristas”. 
Windsor no es la única galería que cierra en los últimos años, también han echado la persiana en los últimos meses otros espacios en la capital vizcaina como Kalao o Aritza, esta última después de 44 años de exposiciones. “Y los que hemos estado abiertos hasta ahora es casi por heroísmo; conozco a algunos compañeros míos que están atravesando también una situación muy preocupante, con resultados económicos muy negativos. No sé hacia dónde vamos a ir, pero creo que habrá más cierres en el futuro, aguantarán hasta que puedan”. 
Reconoce que uno de los aspectos que más ha dañado también a las galerías es el concepto del arte como inversión. “Es una palabra que habría que desterrar de nuestro ámbito, resulta negativo hablar en esos términos. Desgraciadamente, durante los últimos años se ha concebido el arte solo como una inversión, como un refugio para especular, ha sido una locura, pero hay que recuperar el concepto de que no es una inversión, es una necesidad, una satisfacción, un diálogo continuo con el artista. Para ello, hay que reforzar las sensibilidades artísticas, algo difícil desde el momento en el que el PP ha suprimido las asignaturas de Humanidades en la enseñanza”. 
COMIENZOS Estos últimos días están siendo para Roberto Sáenz de Gorbea muy emotivos. Mientras recoge libros, pinturas, escritos -toda una vida- echa la vista atrás y rememora los comienzos, junto con su hermano, el historiador y crítico de arte de DEIA, Xabier Sáenz de Gorbea. Una época en la que ambos iniciaron su aventura cultural junto a su padre Miguel, que fundó el primer local de Windsor -una cafetería de aire inglés (de ahí el nombre), en la calle Marqués del Puerto-, en 1971 y que sirvió de lugar de tertulia artística. 
En ese lugar, muy concurrido, se exponían algunas de las adquisiciones de su propietario, y ocasionalmente también se compraban y vendían cuadros entre los coleccionistas que lo frecuentaban. Por allí pasaron obras de Losada, Iturrino, Arteta o Ramiro Arrúe. 
“Siempre le estaré agradecido a mi padre porque nos inculcó el interés por el arte, por la cultura. En 1989, nos trasladamos al actual espacio, en la calle Juan de Ajuriaguerra”, explica Roberto, que asumió la dirección de Windsor, reforzando la tendencia aperturista del espacio artístico. Windsor se concentró en el arte último que se producía en el ámbito vasco: Badiola, Irazu, Anda, Catania, Goenaga, Gortázar, De la Fuente, Tamayo, Urzay, Lazkano, Rementería o los Roscubas, entre otros. Y dando entrada a la oleada de artistas que salían de Bellas Artes. Además, han expuesto importantes creadores españoles como Miró, Tapiès, Brossa, Carmen Calvo, Gordillo, Pérez Villalta, Broto…- y otros extranjeros. 
Pero Roberto, siempre ha pensado que una galería era más que un lugar donde colgar cuadros, y ha reservado un espacio para el encuentro de artistas, coleccionistas y aficionados al arte contemporáneo. 
PROYECTOS FUTUROS A partir de ahora, Gorbea asegura que tendrá más tiempo para dedicarlo a la feria Internacional de Grabado en Bilbao, de la que asumió el año pasado su dirección. Miembro del comité organizador de Arco durante más de 20 años, ha sido responsable de la Fundación Banesto, además ha colaborado y asesorado a numerosas instituciones y entidades. 
“No me retiro, en absoluto, al contrario, voy a seguir trabajando, además de en la feria, en las tasaciones y comisariado de exposiciones, como vengo haciendo hasta ahora. También tengo un proyecto muy interesante, que pondré en marcha posiblemente a partir de octubre en un espacio que utilizo de almacén en Rekalde. En él, pienso realizar algunos encuentros puntuales con artistas, presentar alguna obra relevante... Mi intención es acercar al artista al público”, explica.

domingo, 26 de febrero de 2017

Bilbao también baila hip hop



Karol Galindo y Lydia Rodríguez bailan hip hop en Bilbao. FERNANDO DOMINGO-ALDAMA

En Bilbao lo más similar a una batalla basada en la improvisación es un campeonato de bertsolaris. Bajo los focos, los protagonistas esperan entrar en escena. En todo momento mantienen el cuerpo rígido, casi inmóvil. Cuando llega la hora, dan un paso al frente. Con las manos a la espalda, alzan ligeramente la mandíbula y, siguiendo el hilo del tema propuesto, empiezan a brotar las rimas con una melodía inconfundible. Esa destreza con el lenguaje es comparable con la que los bailarines del certamen internacional Snipes Juste Debout tienen de su cuerpo. Hasta 200 van a pulir sus zapatillas para brillar en las semifinales del certamen que se celebra en el Teatro Campos Elíseos de la capital vizcaína este domingo.
En grandes urbes, como Madrid y Barcelona, está más extendido ver a jóvenes de anchos pantalones con la visera calada dando brincos por plazas y calles. “Bilbao quiere reivindicar su potencial como ciudad cultural, dando cabida a todas las manifestaciones culturales”, remarca Nekane Alonso, concejal de Cultura. Por eso, la competición más prestigiosa del mundo de hip- hop y el street dance recala por primera vez en la villa, dando una oportunidad a los bailarines de toda la cornisa norte de la península.
La navarra Karol Galindo es uno de los referentes de la danza urbana en el país. Bajo el apodo de Misty-k, lleva 15 años en el circuito pero tuvo que salir de Pamplona para formarse en condiciones. Cuando era niña se dejó envolver por los compases de la música negra que sonaba en los altavoces de su casa. Después, empezó a deslizar los pies y a girar por las pistas de baile de Girona, Francia, Estados Unidos… Tiene una sólida preparación académica, algo en lo que España sobresale frente al resto de países europeos. “Proporcionalmente hay más escuelas de danza y normalmente en ellas predominan las mujeres”, explica Galindo. La calle es de los hombres. Las aulas, de las mujeres. Pero aquí también las tornas están cambiando.
El festival Snipes Juste Debout se impulsó para potenciar otras disciplinas que surgieron a raíz del breakdance. Estilos “más festivos” como el hip hop, house, popping, locking y el experimental. Sobre la tarima de madera irán desfilando parejas para enfrentarse en un fugaz cara a cara. En el primer filtro cada participante tendrá que romperse a bailar. Tan solo disponen de treinta segundos. No conocen de antemano la música que se les va a pinchar. Pero con la primera nota, como un calambrazo, surge la conexión. Se despegan del suelo y se establece un diálogo de brazos, piernas y caderas. Un toma y daca entre contrincantes. “Es la forma de expresión más honesta desde uno mismo hacia los demás”, zanja Galindo.
Solo quedarán 32, que se batirán por el título de campeón en París los días 5 y 6 de marzo. Al margen de la competición, sus promotores destacan que se trata de un momento de “unión” para los amantes de la cultura urbana. En la antesala, el sábado se ha organizado el Bilbao Urban Festival, en el Hotel Gran Bilbao. Punto de encuentro donde profesionales, coreógrafos, aficionados y bailarines podrán intercambiar experiencias y que aprovecharán grandes marcas como Puma, Nike, Madonna o el Circo del Sol para reclutar futuras promesas. Habrá también mesas redondas, DJ´s, shows y demostraciones de coreografías para vivir la cultura urbana en su máxima expresión.