domingo, 23 de abril de 2017

Bilbao estrena palacio



El 17 de Abril de 1892, el alcalde de Bilbao, Gregorio de la Revilla e Ingunza, decide realizar el Pleno Municipal en el antiguo Consistorio (junto a San Antón) con traje de etiqueta y cita a los concejales a las 10 de la mañana. Tras un breve acto, procesionan a pie hasta el nuevo edificio consistorial, situado en el solar del antiguo convento de San Agustín. Una vez allí celebran la primera sesión plenaria tras una especial y obligada bendición del inmueble por el capellán municipal. Toda la ciudad se ha vestido de fiesta. Se despiden del viejo edificio de San Antón y emprenden el camino procesional, con sus enseñas y sus maceros, a través del Casco Viejo, por las calles Tendería y Correo, hacia El Arenal y Sendeja, hasta llegar a la nueva Casa de la Villa.
Bilbao está de estreno. Inaugura el edificio del Ayuntamiento y, con él, la nueva centralidad administrativa de la Villa. Desde su situación privilegiada, al borde de la ría del Nervión, va a ser testigo privilegiado de los cambios y evolución de la ciudad. La Casa Consistorial de Bilbao pasa por ser uno de los edificios más singulares de España. "Se disparan multitud de cohetes y chupinazos y se iza en el balcón principal una hermosa bandera de la matrícula de Bilbao", relata la Prensa de la época. Declarado en 1977 monumento histórico artístico de carácter nacional, el palacio de la Villa tiene, sin embargo, sus detractores, que discuten incluso la originalidad de su traza. Entre otras comparaciones, le buscan parentescos con la Ópera de París y el Ayuntamiento de Tours (Francia). Nadie se atreve a polemizar sobre su monumentalidad. La obra del laredano Joaquín Rucoba (1844-1919), una manifestación del eclecticismo de estilos de entresiglos, alcanza merecida notoriedad desde que se esboza, y las guías contemporáneas lo describen como un magnífico palacio.
Aparentemente es un edificio compacto de planta rectangular desarrollado en cuatro niveles, pero su volumetría es compleja y rica en detalles. Una muestra es su fachada principal. El primer piso tiene arcos de medio punto con molduras y medallones en las impostas; destacan las tres crujías que se adelantan respecto de la fachada, con bustos y con despiece rehundido de las dovelas de los arcos. En el principal, los vanos son adintelados y se rematan con frontones curvos con el tímpano cubierto de follaje esculpido. La moderación del conjunto se altera con el descarado ejercicio neohistórico del salón de recepciones conocido como Salón Árabe, explica Elías Mas, exarquitecto municipal. "Este trabajo decorativo, que tiene sus ecos y correspondencias en algunos otros pocos expedientes arquitectónicos en la Villa, recurre al estilo nazarí para proporcionar un ambiente exótico y elegante que, hoy en día, caracteriza, más aún si cabe, el valor y significado de la obra del arquitecto cántabro".
Ese "salón de fiestas", que se compara con el de la Bolsa de Oporto, constituye la dependencia más grandiosa y sorprendente del Ayuntamiento, con detalles de filiación claramente nazarita. Al igual que en el caso de La Alhambra, las arquerías del Salón Árabe tienen un carácter decorativo y enmascaran la auténtica estructura adintelada. Las barras que sujetan los cortinajes simulan los tirantes presentes en algunos patios nazaritas. La parte inferior de los paramentos presenta un zócalo de alicatado con motivos de lacería y un remate escaleriforme. Aquí, dominan los colores rojo, azul y blanco, como ocurría en la azulejería granadina.
Además de Rucoba, en el edificio trabajan los escultores bilbaínos Vicente Larrea, Bernabé de Garamendi y Serafín Basterra, que por ese tiempo forman grupo en un taller de La Ribera, y que se encargan de muchas de las estatuas y bustos que adornan la fachada. Tomás Fiat, que mantiene su estudio en la calle del Cristo, también contribuye con su obra en la decoración. Gustave Cardé se encarga de parte del mobiliario, en especial de la mesa del alcalde, sillería y pupitres del salón de sesiones, hechos de madera de nogal y realizados en Burdeos. El ebanista local Juan Elorza aporta más muebles de otras dependencias. 
En el centro del tejado se eleva un campanil, de considerable altura, que aloja el campanario del reloj situado al pie del mismo. La torrecilla forma con la triple arquería central del inmueble y la escalinata inferior de la entrada principal un dinámico eje de simetría, que agiliza la pesada masa rectangular del resto. El Consistorio espera el término de las obras con cierta expectación. Las dependencias municipales se quedan pequeñas y Bilbao clama por el nuevo edificio. La Villa asiste a un profundo desarrollo urbanístico, demográfico y económico. Con toda la solemnidad posible, la Corporación abandona la casa contigua a San Antón, donde ha permanecido al menos tres centurias, e inaugura su nueva sede.
Salón de plenos de la Casa Consistorial.
Salón de plenos de la Casa Consistorial. 
Suculenta comida
El café Suizo, el restaurante más prestigioso de la época, se encarga de la suculenta comida con la que el Consitorio celebra el acontecimiento y a la que se ha invitado a noventa personas. El menú, escrito en francés, se compone de cinco entrantes, dos platos de pescado, otros tantos de carne y cuatro postres, convenientemente regados con los mejores vinos de Burdeos y champán francés; el coste por persona alcanza las 8 pesetas (25 euros de hoy). "Hors d'ouvre varíes, consomé de Volaille, dame de saumon au beurre Montpeller, buisson de coquillages grevettes, chevieuil a la puree de truffes, pain de foigras ala Bellevue, chaufroid de galantine de cailles de Perigord, rosbif glacé au Madere, fromages glacés a forange mandarine a la creme de Vanille. Desserts variés Caté. Vins: Chatean Yquem, Rhin, Tokayer 1874, Bourgogne, Oporto 1843, Chanpagne Cristal y liqueurs: Grand Fine, Champagne, Chartreusse, Anisete y Rhum de Jamaica". Pero no solo los invitados gozan de este impresionante menú. Los socorridos de la beneficiencia domiciliaria y los asilos también degustan un rancho extraordinario.
A los brindis, hablan Eduardo Victoria de Lecea, alcalde iniciador de las obras de la nueva Casa de la Villa, e intervienen también los concejales Undabarrena, Terán, Alzola, Barcaiztegui, León y Oleaga; el alcalde Revilla redondea el acto. El periódico 'El Noticiero bilbaino' elogia en verso el nuevo edificio: "Al trabajo consagrado/Bilbao su radio ha ensanchado/por modo que maravilla/y un palacio ha levantado/para casa de la Villa./Brindo pues porque el suntuoso/palacio, de arte coloso/que hoy su apertura festeja/conquiste un nombre glorioso/como el de la Plaza Vieja".
En la fachada, figuran los bustos de algunos de sus más ilustres personajes: Diego López de Haro, fundador de la Villa; el cardenal Gardoqui, relevante orador y político que elevó a basílica la iglesia de Santiago; Juan Martínez de Recalde, almirante de la Armada Invencible y alcalde de Bilbao; Tristán de Leguizamón, ilustre bilbaíno y antiguo propietario de los terrenos que ocupa el edificio; y Nicolás de Arriquíbar y Mendoza, economista y miembro de Mérito y Benemérito de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País.
El edificio ha sido el centro neurálgico de todos los acontecimientos más importantes ocurridos en la ciudad. A sus balcones se han asomado muchos de los protagonistas de la vida bilbaína. Y en sus escalinatas se han organizado recibimientos y despedidas a los 'héroes' de la Villa. La celebración de este siglo y cuarto de vida es discreta y casi pasa desapercibida. Salvo por los estandartes que cuelgan de las ventanas y balcones de la facha principal, nadie diría que Bilbao conmemora esta efeméride. El Ayuntamiento lo celebra con la puesta en marcha de un nuevo sistema LED de iluminación monumental interior y exterior del histórico edificio, que mejora la luminosidad y la eficiencia energética con un ahorro de hasta el 90% del consumo de electricidad. También actualiza y renueva el apartado 'Conoce el Ayuntamiento' de la web municipal www.bilbao.eus, que cuenta con nuevos elementos navegables que permiten conocer la riqueza artística y arquitectónica del edificio diseñado por Joaquín Rucoba; e incluye un sencillo formulario web para poder concertar visitas guiadas a la Casa Consistorial. La sección se completa con una versión actualizada de la publicación turística 'La Casa de la Villa de Bilbao', una selección de imágenes históricas sobre el Ayuntamiento, y el acceso a la enciclopedia bilbaina online Bilbopedia. También ha participado en la edición del cupón diario de la ONCE del pasado martes, día 18. La fachada principal de la Casa Consistorial bilbaína aparecía en 5,5 millones de ejemplares, justo un día después de que se cumplieran 125 años del traslado de la Corporación Municipal a su ubicación actual.
Bilbao estrena palacio
Tampoco en 1917, en las 'bodas de plata' del Consistorio, se celebra la efeméride, porque las cosas no están para mayores alegrías, lo mismo que en 1942, año de las 'bodas de oro' consistoriales, en plena posguerra y con las arcas de la villa llenas de telarañas. Sin embargo, al llegar el 75 aniversario de la Casa Consistorial ('bodas de diamante' o 'brillante', según algunos), en 1967, la Corporación municipal, presidida a la sazón por el alcalde Javier Ybarra y Bergé, considera oportuno programar una serie de actos y fiestas conmemorativas. Según relata Manuel Basas, archivero de la ciudad, el domingo, 16 de abril, un concurso de pintura al aire libre, salida de los gigantes y cabezudos e iluminación de la fachada del Ayuntamiento; el viernes, 21, concierto extraordinario en el teatro Buenos Aires; el sábado, 22, festejos populares en El Arenal, concierto en la Plaza Nueva y fuegos artificiales, y el domingo, 23, solemne misa cantada y orquestada en San Antón con asistencia de la Corporación en pleno, a mediodía, unos juegos florales en el Teatro Arriaga seguidos de un almuerzo de autoridades e invitados, en el Salón Arabe, descubriéndose los retratos de los alcaldes Eduardo Victoria de Lecea y Gregorio de la Revilla, que iniciaron y concluyeron las obras del Ayuntamiento. 
Un austero programa de actos, que congregó a 127 corporativos y exconcejales, protagonizó el centenario de la Casa (1992). Una celebración que los responsables municipales se despacharon sin apenas gastos: 135.000 pesetas más IVA en un lunch «sin exceso en la cantidad» y otras 50.000 en una guirnalda rojiblanca para decorar el exterior del palacio, según publicaba EL CORREO. Los inquilinos del consistorio recibieron unas insignias y firmaron en el libro del centenario. Una bella reproducción del palacio de Rucoba, realizada con 71 kilos de chocolate, apareció en el salón árabe. El alcalde Josu Ortuondo donó la tarta a los niños de La Casilla.
Desde ese primer 17 de abril hasta hoy, esta sede del Gobierno municipal ha conocido a 49 Corporaciones, presididas por 30 alcaldes y una alcaldesa, a quienes acompañan algo más de un millar, aproximadamente, de concejales. Y sigue siendo el centro neurálgico de la Villa y sus ciudadanos