martes, 21 de febrero de 2012

¿no queda ningún socialista en el PSOE?



by javiermadrazo
El PSOE tiene lo que se merece: un nuevo secretario general que, en realidad, es un superviviente de la vieja guardia felipista, que en 1982 enterró el socialismo, al abrazar la monarquía, pedir la  emtrada en la OTAN,  impulsar el terrorismo de estado, legitimar la corrupción y consagrar el capitalismo al ritmo de sus alianzas con la banca, la patronal y el dinero.  Claro, que Carme Chacón tampoco ha denunciado nunca estas tropelías y se ha limitado a reivindicar la socialdemocracia en las filas de un partido que en los últimos cuatro años, con su connivencia, ha reducido a la nada conceptos como justicia social, igualdad y solidaridad.  Rubalcaba será un paréntesis en la historia del PSOE y Carme Chacón poco más que un suspiro, que no dejará ningún recuerdo. El aparato del partido, movido por intereses y nunca por ideas, dispone ahora de cuatro años para recuperar el timón de una nave sin rumbo, que ha dejado de representar el pensamiento socialista para gestionar, desde la derecha, los resortes del poder.  El PSOE no es distinto al Partido Popular; se conforma con ser su sututito en La Moncloa para gobernar para los mismos amos con las mismas políticas.  Podría decir que siento decepción por lo que ha ocurrido en Sevilla, pero la verdad es que no confío en Rubalcaba y tampoco en Carme Chacón.  Al fin y al cabo, sus diferencias  no estaban supeditadas a una confrontación de programas, ni tan siquiera les animaba dar respuesta a las necesidades de las personas sin empleo, ni vivienda, ni futuro. Hemos asistido a una  lucha por el poder entre familias con olor a naftalina, que hace tiempo dejaron de creer en el socialismo para ser aceptados en Davos.  Hay un espacio abierto a la izquierda de esta derecha, que Izquierda Unida no es capaz de representar, aunque podría hacerlo si se abriera a nuevas voces y a nuevas sensibilidades, compartiendo espacio desde la pluralidad y la participación.  La política ha dejado de lado a las personas y éstas, a su vez, han dado la espalda a la política.  El capitalismo mientras tanto se frota las manos. Nunca pensó que lo tendría tan fácil; haga lo que haga, siempre gana.  No tiene oposición real en las instituciones y en la calle el movimiento social intenta levantar cabeza, pero todavía le falta cohesión y organización.  El enemigo es muy fuerte y sólo desde la unidad de la izquierda real -política, sindical, cultural y ciudadana- se le puede hacer frente.

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