sábado, 1 de julio de 2017

‘Reflections’, 20 años del Museo Guggenheim Bilbao



Con la colaboración del Ayuntamiento de Bilbao, la Diputación Foral de Vizcaya e Iberdrola, del 11 y el 14 de octubre, el icónico edificio de Frank Gehry se convertirá en una impresionante intervención artística gracias a los videocreadores de 59 Productions, ganadores de un Premio Tony. Las orgánicas formas del titanio y el esbelto atrio de vidrio servirán de lienzo para un espectáculo de mapping que podrán ver gratuitamente más de 200.000 personas a lo largo de 20 pases.
“Las curvas aleatorias están diseñadas para capturar la luz”, afirmó Frank Gehry cuando diseñó este edificio. Mediante tecnología de última generación, la animación de 20 minutos de duración y con una banda sonora original recorrerá dos décadas de historia y creatividad en Bilbao. Inspiradas en esta rica historia, así como en el visionario diseño de Gehry y su constante interés por la luz, la textura y el movimiento, las proyecciones transformarán la deslumbrante obra arquitectónica dando vida a una celebración de luz y color.
Reflections es la última creación del equipo 59 Productions, que dirige Leo Warner, galardonado con numerosos premios. Es célebre por sus obras de arte público realizadas con mappings sobre algunos de los edificios más icónicos del mundo, como la Ópera de Sídney, el castillo de Edimburgo, Hampton Court Palace o la sede de Naciones Unidas en Nueva York.
Reflections en Museo Guggenheim Bilbao.

SPOT Bill Viola: RETROSPECTIVA

viernes, 30 de junio de 2017

Bill Viola inunda Bilbao de agua, aire, tierra y fuego


Capilla de las acciones frustradas y los gestos fútiles, de Bill Viola, en el Guggenheim de Bilbao. FOTO: FERNANDO DOMINGO-ALDAMA | BILL VIOLA STUDIO / MUSEO GUGGENHEIM BILBAO
¿De qué sirve una exposición retrospectiva sobre Bill Viola como la que hoy se inaugura en el Guggenheim Bilbao? De fábrica de placer y de terapia antiestrés, sin duda, pero antes de eso, de espejo de nuestras limitaciones. Para entender por qué nunca acabamos de aprehender el sentido de las cosas ni la sustancia de las personas –tarea asimilable al mito de Sísifo: cuando creemos que ya lo sabemos todo, crrrrac, la piedra rueda colina abajo y hay que volver a empezar- lo mejor es lo de siempre: acudir a los sabios que, si bien no se libran de esa impotencia, sí saben diagnosticar lúcidamente sus porqués y lanzan avisos a navegantes. Eso ayuda.
Por ejemplo, hace 900 años ya que el místico sufí Ibn Al-Arabi (murciano él) dejó escrito: “El ser humano es un océano sin orilla, mirarlo no tiene fin ni en este siglo ni en el siguiente”. Y por ejemplo, hace ya más de 40 años que Bill Viola (Nueva York, 1951, adepto de las enseñanzas de Al-Arabi) trata de adentrarse en las marismas del alma, de la vida y de la muerte, de la transfiguración y del renacimiento, aportando en cada una de sus piezas de vídeo nuevos argumentos para algo tan improbable como la comprensión de quiénes somos. El caso es seguir avanzando (no por casualidad una de sus obras maestras, un fascinante políptico de cinco pantallas en el que se adivinan sucesivos dramas, se titula así: Avanzando cada día (Going forth by day). Está en la sala 202 de esta extraordinaria exposición. No se pierdan esta epopeya en alta definición poblada por más de 200 personajes y compuesta de cinco segmentos dentro de una misma y oscurísima sala: El nacimiento del fuego, La senda, El diluvio, El viaje y La primera luz.
Viola utiliza sus armas, que son básicamente dos: la imparable tecnología y el recurso al clasicismo. Le gusta decir algo que, en boca suya, suena abrumadoramente lógico: “Todo arte es contemporáneo”. En boca de otros esa máxima sonaría, claro, a golosina embaucadora. Él la lleva a la práctica arriesgando, probando, explorando y dejando caer en la mente del espectador la pregunta del millón: de haber vivido hoy Goya, o El Bosco, o Brueghel el Viejo, o Paolo Uccello… ¿habrían sido pintores o videoartistas? ¿Cómo habría incrustado Goya en una pantalla HD y con una cámara superlenta La carga de los mamelucos en la Puerta del Sol?
“¿Qué cómo habría contado Goya los efectos de la guerra, la violencia y la corrupción? Pues habría usado las herramientas que tuviera disponibles en ese momento, porque la tecnología es solo eso: una herramienta, y una cámara de vídeo puede tener tanta espiritualidad como un pincel”, explica Kira Perov, esposa y colaboradora –coautora, casi podría decirse- del protagonista de la exposición.

CUATRO DÉCADAS DE VIDEOARTE

BORJA HERMOSO
La pareja Bill Viola/Kira Perov definen su actividad artística como “un viaje del alma”. Un viaje que dura ya cuatro décadas y que queda resumido en esta exposición, patrocinada por Iberdrola, y que permanecerá abierta en la segunda planta del Guggenheim Bilbao hasta el próximo 9 de noviembre.
Las piezas más antiguas de la retrospectiva datan de mediados de los 70 y la última, Nacimiento invertido, de 2014. En medio, obras clave en la trayectoria del artista, como Una historia que gira lentamente(1992), El saludo (1995), Velos (1995, que representó a EE UU en la Bienal de Venecia de aquel año), Mujer fuego(2005) o La ascensión de Tristán (2005, creada para el montaje operístico de Tristán e Isolda que dirigió Peter Sellars).
Es ella quien habla y quien contesta todas las preguntas sobre el universo tenebroso pero ilusionante de Bill Viola: el artista estadounidense está enfermo y apenas puede hablar. Perov considera el uso del vídeo por parte de su compañero y maestro como “un ojo subrogado que acerca las cosas y las magnifica, permitiendo así observaciones de larga duración que permiten que la esencia de los objetos se haga visible”.
“Observaciones de larga duración”. Y es cierto. Algunas de las obras expuestas/proyectadas duran siete minutos. Otras, diez. Otras, 28. Otras, 34. Otras son un bucle continuo. Seamos sinceros, ¿quién pasa 28 minutos delante de un cuadro en una exposición? Poca gente, y quien lo hace suele ser objeto de incredulidad por parte del resto de la gente. Lo ideal aquí es, desde luego, ver las piezas completas de Bill Viola, incluso alguna de ellas verla dos veces.
Estamos ante un artista de corte clásico, ante un humanista que usa los ultimísimos artilugios del gran bazar tecnológico para contar sus verdades. Estas se llaman, sucesivamente: el agua, la tierra, el aire y el fuego; el espacio y el tiempo manipulados, la interacción entre el ser humano y la naturaleza, la pasión y la emoción, el nacimiento y la muerte, el amor y el rencor, la soledad y la futilidad de tantas cosas. Bill Viola se mueve entre las filosofías orientales y el zen japonés, entre el innegociable deber moral de Camus –hay, sí, una vocación moralista en el arte de Viola que no llegará al alma de todo el público- y los poemas de William Blake (Canciones de inocencia se titula otra de sus obras, como uno de los poemarios del gran autor británico del XVIII); entre el Renacimiento y la pintura de Uccello, entre Goya y Richard Wagner. Lo mismo graba una monumental pieza de 25 minutos para el aeropuerto de Doha que cuatro minúsculas parejas de manos en blanco y negro cuyo movimiento imperceptible hay que seguir con lupa. Y todo, para poder seguir. Seguir avanzando.

jueves, 29 de junio de 2017

El videoartista Bill Viola descubre su alma en el Museo Guggenheim Bilbao





El videoartista norteamericano Bill Viola, uno de los principales referentes de este género, descubre al público su alma en la exposición retrospectiva sobre su obra producida por el Museo Guggenheim Bilbao con motivo de su vigésimo aniversario.
La muestra ofrece al espectador 27 obras realizadas a lo largo de su carrera, desde Cuatro estaciones, creada en sus inicios en 1976, hasta Nacimiento invertido, de 2014, que permiten observar la evolución tanto técnica, desde el monocanal al multicanal en alta definición, como artística de su carrera.
La estrecha colaboradora y esposa del artista, la australiana Kira Perov, ha manifestado, en la conferencia de prensa en que se ha presentado la exposición, que Viola "cree que el papel del artista es descubrir el alma" en sus obras y ha aseverado que el videoartista norteamericano "lo ha conseguido" en la suya.
Ha apuntado también que, además de documentar los 40 años de carrera de Viola, quien ha estado presente en la presentación de la muestra pero no ha participado en la conferencia de prensa por estar aquejado de una dolencia que se lo impide, la muestra refleja su interés por explorar la esencia del ser humano a través de sus distintas facetas, como el nacimiento, la muerte, la espiritualidad o la pasión.


Ha destacado que, para explorar con detenimiento la esencia del alma humana, el artista ralentiza la acción, lo que hace que sus obras tengan una duración que van de los 10 a los casi 35 minutos aunque algunas de ellas, como Slowly Turning Narrative, de 1992, se proyecte en bucle continuo, sin principio ni final determinados.
En relación a esta obra, en la que una gran pantalla, que en su parte trasera aloja un espejo, gira continuamente sobre un eje vertical fijo, proyectando por un lado imágenes de un hombre recitando mantras, mientras por el otro el espejo refleja la imagen del espectador, ha sido restaurada por el Guggenheim Bilbao para su exhibición en este muestra.
Otros temas abordados por Viola a lo largo de su carrera y que se muestran en la exposición son la relación entre el hombre y la naturaleza, que se puede ver en la obra titulada Un retrato de luz y color. Chott El-Djerid (1979), y la exploración de las pasiones humanas mediante el fuego y el agua, como ocurre en sus obras La ascensión de Tristan (2005) y Mujer de fuego (2005).
Viola muestra su interés también por la vida humana, reflejado a través del ciclo nacimiento-muerte-renacimiento, en las obras y Los soñadores (2013), Nacimiento invertido (2014) y Hombre en busca de la inmortalidad/Mujer en busca de la eternidad, de 2013.
Kira Perov ha advertido al espectador que aunque Viola utiliza el vídeo y realiza experimentaciones con la imagen, "la tecnología esta oculta para no distraer la experiencia del espectador" al contemplar la obra.
No obstante, los avances tecnológicos experimentados en este campo, como el vídeo de alta definición, han permitido a Viola crear instalaciones monumentales como la titulada Avanzando cada día, que es la producción más grande que ha hecho nunca, en la que un panel de 15 metros de largo refleja la acción en la que han participado más de 200 extras.
Tras advertir de que los trabajos de Viola tienen "una existencia frágil", ha admitido que "no es accidental que haya elegido un medio tan efímero", como es el vídeo, para expresar sus inquietudes artísticas.
La muestra, que ha sido patrocinada por Iberdrola, permanecerá abierta al público desde mañana, día 30 de junio, al 9 de noviembre.
La compañía energética de origen vizcaíno ofrecerá también la posibilidad de visitar gratis esta exposición este fin de semana, del 30 de junio al 2 de julio, en horario especial nocturno, de 20.30 a 23.30 de la noche

miércoles, 28 de junio de 2017

"Mari eta Bali" anunciará Aste Nagusia




"Mari eta Bali" anunciará Aste Nagusia 2017, de la mano de Alfonso Fernández de Nograro, autor del cartel ganador del certamen para elegir la imagen que representará las fiestas de Bilbao. Una semana que este año tendrá lugar entre el 19 y el 27 de agosto y que llenará las calles de Bilbao de música, teatro, folklore, fuegos artificiales y hasta más de 300 actividades gratuitas, programadas por el Ayuntamiento de Bilbao.
La Concejala de Igualdad, Cooperación, Convivencia y Fiestas del Ayuntamiento de Bilbao y Presidenta de la Comisión de Fiestas, Itziar Urtasun, ha anunciado esta mañana el ganador, junto al resto de miembros del jurado, quienes le han acompañado en el acto de presentación.
El Concurso del Cartel Anunciador de Aste Nagusia 2017 ha recibido 160 diseños, un 29% más que en la anterior edición. Las propuestas no sólo han llegado de Bilbao, aunque éstas han sido mayoría, sino que han tenido diversa procedencia, con concursantes de Barcelona, Valencia, León, Burgos, Madrid, Sevilla, Cantabria, Lleida, Huelva, Gipuzkoa o Navarra.
Seis de estos trabajos fueron designados finalistas por un jurado compuesto, en su mayoría, por personal especializado, y entre el 19 y el 23 de junio se han sometido al escrutinio de la ciudadanía. Finalmente, la propuesta vencedora recibirá un premio de 3.000 euros.

lunes, 26 de junio de 2017

Getxo, la buena vida junto a la ría





Getxo es un municipio que no tiene un centro único, en realidad son tres núcleos urbanos. El más poblado, Algorta, un pequeño pueblo de pescadores a principios de XIX, con su Puerto Viejo. Neguri, donde, con la industrialización, las grandes fortunas industriales y financieras abandonan Bilbao en busca de zonas más residenciales y se instalan aquí en sus palacetes y casonas. Y Las Arenas, paralelo a las playas, donde, imitando ese éxodo, se establecen las clases acomodadas emergentes de los años sesenta (también en Algorta) multiplicando considerablemente su número de habitantes. Estas tres poblaciones junto a los barrios de Romo y Santa María de Getxo (el origen de todo) suman 80.000 habitantes y conforman la margen derecha, llamada así por estar a la derecha de la ría del Nervión, que marca la línea divisoria (física, pero también económica; la otra es la margen izquierda) de las dos orillas unidas por el puente Colgante. Para llegar desde Bilbao, a 14 kilómetros, la opción más práctica es el espectacular metro de Norman Foster (parada de Areeta). En el camino, merece la pena detenerse en la estación de Sarriko, excavada por completo durante su construcción e iluminada con luz natural cenital: uno de los espacios más refinados de toda la arquitectura de Norman Foster.
Getxo, la buena vida junto a la ría

10.00 Puente colgante y elegante

La mejor manera de iniciar el recorrido es situarse en el más famoso edificio antes del Guggenheim: el puente Colgante (1) o puente de Bizkaia, en Las Arenas. Este magnífico ejemplo de arquitectura de hierro, herencia de la revolución industrial y declarado patrimonio mundial, y en activo, fue el primer transbordador del mundo con estructura metálica. Coetáneo de la Torre Eiffel, con la que se le encuentran similitudes, se levantó como solución para unir peatonalmente las dos márgenes sin interrumpir el tráfico marítimo. Merece la pena subir a la pasarela para contemplar la espectacular panorámica de la bahía de El Abra y la Margen Izquierda (la antigua zona obrera), ejemplo de arquitectura industrial por su pasado de fundiciones y astilleros (que explican la historia de Bizkaia), y volver en la barquilla sostenida por cables. Si después de esta experiencia necesita un poco de glucosa, nada como acercarse en Las Arenas a la pastelería Zuricalday (2) (Andrés Larrazabal, 3) y zamparse un bollo de mantequilla, típico de Bilbao, que compite en fama con el Athletic. Y aunque aún no sea hora de comer, por si acaso, en este perímetro está uno de los mejores restaurantes de nuevo cuño de Getxo, Sukam (3) (plaza de Zubiko), regentado por el joven Álvaro Martínez, formado, entre otros, con Arzak.

11.00 Caserío y palacetes

El paseo de tamarindos que discurre paralelo a la desembocadura de la ría empieza junto a la pequeña y recoleta playa de Las Arenas (4), por el Muelle de Churruca. Este ingeniero, de nombre Evaristo, construyó el puerto de Bilbao y la canalización del Nervión (1904), y a él está dedicado un monumento con una estatua alusiva a cómo el hombre conquista el mar por el que cruza. Aparte de estrenarse con el primer baño, se puede hacer un receso en la terraza del hotel Embarcadero (5) (avenida de Zugazarte, 51), un caserío señorial reformado con vistas a los palacetes y chalés de la elitista Neguri en primera línea de mar.
La pastelería Zuricalday, en Las Arenas (Getxo).ampliar foto
La pastelería Zuricalday, en Las Arenas (Getxo).GONZALO AZUMENDI

12.00 Un piscolabis variado

El imponente palacio de Lezama-Leguizamón (1902) (6), familia inicialmente vinculada a la minería, se divisa a la derecha sobre el pequeño promontorio de Arriluce, siguiendo el paseo hacia la playa de Ereaga (7). Algo mayor que la que acabamos de dejar, cerca de un kilómetro de arena fina, acoge el puerto deportivo de El Abra (8), en el que se puede desde alquilar un velero hasta iniciarse en las artes del mar en la escuela de vela. O si se prefiere un picoteo, las croquetas en la terraza frente al mar del hotel Igeretxe (9) (Muelle de Ereaga, 3), un antiguo balneario de 1913; las rabas de La Ola (Muelle de Ereaga, 14) o un piscolabis en el hotel Tamarises (Muelle de Ereaga, 4), que en sus cien años podría escribir la crónica social y empresarial de la zona y que fue sede de la selección inglesa en el Mundial de Fútbol de 1982.

14.30 Pinchos en el Puerto Viejo

Y ya metidos en harina, la ruta nos lleva derechos al Puerto Viejo de Algorta (10). Sus inconfundibles escalinatas son un asiento natural para tomar al sol una caña, un vino o un txakoli, un caldo que ha pasado de ser el pobre de la barra a estar entre los más cotizados gracias a elaboraciones muy cuidadas (no todos son iguales, el vizcaíno es más reposado frente al guipuzcoano, más burbujeante). Y, cómo no, acompañar la bebida con pinchos de las tabernas y restaurantes a la vista, como Itxas Bide (Muelle de Ereaga, 16) y Arrantzale (Portu Zaharra, 3); el asador Puerto Zabala (Aretxondo, 20), con cocina casera y, como en los anteriores, pescados que van directamente del mar al horno (estamos en territorio de pescadores), y, más tranquilo, el Karola Etxea (11)(Aretxondo, 22).
Desde la playa de Arrigunaga, arenal de Getxo que supera los 600 metros de longitud, se puede realizar la ruta de los acantilados de La Galea.ampliar foto
Desde la playa de Arrigunaga, arenal de Getxo que supera los 600 metros de longitud, se puede realizar la ruta de los acantilados de La Galea. GONZALO AZUMENDI

18.00 Fuerte de vigilancia

Después de este homenaje, es la hora de lanzarse al otro gran paseo por la costa: desde la playa de Arrigunaga (12), al lado del puerto, la meta es La Galea o ruta de los acantilados. Se puede llegar en metro o autobús, pero, si se está en condiciones, sería imperdonable no caminar esos 5,6 kilómetros que se suelen comparar con los acantilados de gres blanco de Normandía y los de Dover en Inglaterra. Y no hay que perderse el fuerte (13) del siglo XVIII para vigilar el tráfico comercial hacia Bilbao, único ejemplo de construcción militar que se conserva en Bizkaia, ni el cementerio de Nuestra Señora del Carmen (14), sobre todo para mitómanos, porque ahí descansan algunos próceres de la zona en los panteones más majestuosos de Bizkaia.

21.00 Tortilla en el Molino

No hay mejor sitio en Getxo para recalar que El Molino (15) (Galea Errepidea, 30), también del siglo XVIII. Famoso por su tortilla de patatas para cualquier momento en la terraza de la cafetería, su restaurante, Cubita, es una magnífica elección para cenar contemplando la belleza de la puesta de sol y rematar con una copa y el horizonte del puerto de El Abra. Y para los más intrépidos: volver al día siguiente a la playa Salvaje (16) (de nombre oficial Barinatxe, de 752 metros), punto final de un municipio, Getxo, y principio de otro, Sopelana, tomando un baño (el nudismo suele practicarse en los laterales) o subido en una tabla de surf al ritmo de sus famosas olas.

Juan Carlos Bilbao ha dejado el Muga, el bar que abrió hace 33 años y que se volvió esencial en la escena musical bilbaína








Hay bares a los que esa denominación les viene pequeña, como un traje que se les quedó estrecho hace tiempo. El Muga, en la calle María Muñoz de Bilbao, es un ejemplo obvio. La manera fácil de catalogarlo es como garito de rock and roll, pero su actividad en ese terreno va mucho más allá de los discos que suenan: hablamos del corazón de la escena bilbaína, un lugar donde se han vendido incontables maquetas, fanzines y entradas para conciertos. Con los carteles que han forrado sus paredes, se podría componer una historia completa y detallada de la música en directo en Euskadi. Y, además, está la comida: las hamburguesas, las abundantes raciones de patatas, los bocadillos de suculenta sofisticación y, cómo no, esas pro- puestas veganas que han convencido a tantos escépticos de que lo vegetal también puede saber muy rico.
Por mucho que él se esfuerce en despersonalizar el mito, el Muga es indisociable de Juan Carlos Bilbao, el tipo que lo abrió hace treinta y tres años y que ahora lo abandona por voluntad propia, pero también con cierto vértigo y algunas -bastantes- lágrimas. El Muga abrió el 4 de mayo de 1984, a las siete y media de la tarde: Juan Carlos, que antes trabajaba en la taberna Plaza Nueva, había logrado hacerse con el espacio del bar Mikeldi, que se había quedado libre a raíz de las inundaciones. «Este es un local especial, tiene magia. Fue imprenta: aquí se tiraba el periódico ‘Euzkadi’, del PNV. Durante veintiún años fue el Mikeldi, bar emblemático especializado en redadas de la Policía Nacional. Y después ha sido el Muga. No sé si algún tipo de energía subterránea le da vida». Más allá de que el Mikeldi tuviese cierta tendencia a montarlas muy gordas, lo de las redadas tiene una explicación sencilla: justo delante estaba la comisaría del Cuerpo Nacional de Policía, y de hecho el Muga se llama así por esa condición fronteriza con el imperio de la ley. «Durante años tenía todos los días dos furgonetas delante del bar. Debe de haber una generación entera de nacionales que se saben todas las canciones de Kortatu y Eskorbuto».
El bar nació con buena estrella. «Abrimos el 4 de mayo. El 5, el Athletic ganó al Barcelona, con gol de Endika. Y el 7 salió la gabarra. Fueron unos cuantos días de locura impresionante. Gracias a aquello seguimos aquí: yo debería haber fundado el club de fans de Endika». Tras el empujón inicial, el Muga estaba llamado a convertirse en un referente, hasta el punto de apoderarse de la identidad de su fundador, a quien todo el mundo se refiere como Juankar Muga. Las acuarelas de detrás de la barra, pintadas por Ángel Villaverde, dan una idea del ambiente colorista y efervescente de aquella época, cuando Bilbao vivía su versión muy particular de la Movida. «Era el 84, todavía nos creíamos que lo podíamos conseguir todo», resume el hostelero. La galería de pinturas retrata a la clientela original del bar, en un batiburrillo tribal donde conviven rockers, punks y hasta monjas. Juankar escruta a través del tunel del tiempo y se pone a identificar personajes: «Ese es Gayun, que fue camarero aquí, esa es Soraya, el de la chupa azul y amarilla es Javi Psycho, el rubio rodeado de chicas es el propio Villaverde, ese de rojo en una esquina soy yo... Lo mejor de todo es que, treinta años después, sigue viniendo gente que se parece a esta». ¿Y la monja? «Yo siempre he dicho que la monja no es una monja, sino un ‘secreta’. Teníamos muchos».
Loquillo se queda fuera
Juankar empezó con cinco discos, entre los que figuraban uno de La Otxoa y otro de Silvio Rodríguez, pero el rock pronto se adueñó sin remedio del ambiente. ¿Qué es lo que más ha sonado en el Muga? «Por supuesto, Ramones, pero también los Rolling Stones, los Who, los Clash, Eskorbuto, Kortatu, Siniestro Total, Golpes Bajos, los Pleasure Fuckers del señor Kike Turmix, los Bonzos, Los Clavos, Inquilino, Platero, Cápsula... En el Muga siempre ha habido mezcla sin fricciones». En la memoria sentimental y a menudo borrosa de una generación, el Muga suele estar ligado al desaparecido Gaueko, el bar alicatado de la calle Ronda que simboliza la intensidad de aquellos años, y ese vínculo no es solo un eco de tantas noches que arrancaron en uno y acabaron en el otro: «Titi pinchó aquí y luego pasó al Gaueko. Yo allí he servido copas, he barrido, he montado y desmontado escenarios, hasta he hecho de vigilante en la puerta y no he dejado entrar a Loquillo», se ríe Juankar, que tuvo su fase de promotor: resulta obligado mencionar el Bilbao Acción Rock, aquel evento de 2003, con siglas tan fáciles de recordar, que fue el primer gran festival al aire libre en la capital vizcaína. 
Juankar, de 56 años, insiste en que el Muga no lo ha levantado él, sino la gente: «Me atribuyen el mérito, pero he tenido mucha suerte. Es como si hubiese hecho un ‘casting’, tanto para los de un lado de la barra como para los del otro». Estos días, mientras recogía material del bar, no dejaban de entrar parroquianos para despedirse: «La gente me ha demostrado cariño... ¡a pesar de mi carácter, ja, ja...!», agradece, con su tono de cascarrabias sentimental. ¿Y ahora qué? ¿Qué quedará del viejo y entrañable Muga tras el traspaso? «No se trata de dejarlo todo atado, porque la criatura tiene que coger nueva vida, pero tampoco quería pasar por delante y ver una franquicia. Evidentemente no va a poder seguir siendo igual, pero mira también cuánto ha cambiado en este tiempo: tantos años intentando ser un bar punki y, ahora, todos traen a los hijos y está lleno de niños».