viernes, 10 de marzo de 2017

El Guggenheim Bilbao exhibe la escultura geométrica y tridimensional de Irazu

Pello Irazu aterriza en el Guggenheim BilbaoVER VÍDEOReproducir img
(EFE)
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  • El artista Pello Irazu ante algunas de sus obras en el Museo Guggenheim Bilbao.
El Museo Guggenheim Bilbao muestra desde mañana la escultura geométrica y tridimensional del artista Pello Irazu, considerado una de las figuras claves del arte vasco y español contemporáneo. 
BILBAO. La exposición, titulada "Pello Irazu. Panorama", ofrece una visión, a través de más de un centenar de sus obras, de las primeras tres décadas de trayectoria artística de este creador nacido en Gipuzkoa en 1963, pero que vive y ha desarrollado la mayor parte de su carrera artística en Bilbao. 
La muestra, producida por el Guggenheim Bilbao dentro de las actividades con las que celebra este año el 20 aniversario de su apertura al público, refleja la trayectoria "sólida" y "coherente" del artista, en palabras del director del Museo, Juan Ignacio Vidarte, que ha estado acompañado durante la presentación por el propio Irazu 
La obra exhibida está compuesta tanto por esculturas geométricas y tridimensionales de pequeño y gran formato, como de pinturas murales, dibujos y fotografías, e incluye alguna de las piezas e hitos más significativos de su carrera como la gran instalación escultórica "Formas de vida 304", adquirida por el Guggenheim Bilbao para su colección propia. 
La exposición, que estará abierta hasta el 25 de junio, se articula en la sala 105 del Museo, de un "volumen brutal", según ha manifestado Irazu, cuyo espacio ha sido estructurado por el propio escultor para exhibir en él desde sus primeras obras de mediados de los 80 hasta las más recientes, creadas en 2015. 
Irazu, según ha explicado, ha dividido la enorme sala en dos partes, que separan sus obras más antiguas de las más recientes, y en medio ha creado una especie de pasillo amplio que el artista ha aprovechado para confrontar los dibujos y collages de su primera época con los más actuales. 
El artista guipuzcoano ha explicado que, además, este ancho pasillo, que también puede ser tomado como el espacio de una galería de arte, le ha permitido "aislar" la parte dedicada a sus dibujos y collages de la destinada a mostrar sus esculturas y pinturas murales. 
Irazu ha explicado también que ha dispuesto las esculturas a ras de suelo en muchos casos y a la altura de los ojos del espectador, en otros, con el objetivo de hacer el arte más asequible al público, que puede contemplar las obras sin tener que forzar el gesto. 
Muchas de sus piezas escultóricas metálicas incluyen toques de pintura al óleo, que no sintética como la que se aplica a las carrocerías de los coches, en un intento, ha advertido su creador, de vincular ambas disciplinas plásticas: la escultura y la pintura. 
La primera parte de la exposición, la que está accesible nada más franquear la entrada de la sala 105, contiene las obras de su primera época (1984-1989), una etapa "muy interesante" de su carrera en la que, ha reconocido, "estaba interesado en la figura y obra de Oteiza, sobre todo en su aspecto más social". 
La segunda parte está dedicada a la obra realizada por Irazu en Nueva York (1990-98), a donde se trasladó, tras una breve estancia en Londres, con el fin de ampliar los horizontes de su carrera y donde trabajó con materiales más "asequibles", cotidianos y ligeros como la madera, el aluminio, el contrachapado, la cinta adhesiva, la pintura vinílica y la escayola. 
Este tipo de materiales y el distanciamiento de su entorno social habitual, hacen que "cambie la fisonomía y la estructura conceptual de mi obra", ha reconocido Irazu, al hacer que "varíe el modo en que te relacionas con las cosas". 
Al cabo de 9 años, Irazu decidió marcharse de Nueva York porque "había agotado un tiempo de experiencia y porque, vivencialmente, llega un momento en que o te quedas y te integras, o te vas, y en ese momento decidí volver a la ciudad de donde había partido, Bilbao, porque reconozco que en Euskadi es la única que responde a una idea de ciudad que yo tengo". 
En el año 2000 prosigue su trabajo en la capital vizcaína, cuyas obras son las que forman la tercera y última parte de la exposición, las que abarcan el periodo 2000-2015. 
En esta nueva etapa dio continuidad a su trabajo "con otro tipo de sensibilidad y aprovechando lo que había aprendido en Nueva York en cuanto a lenguaje artístico", y empezó "a mezclar cosas en lo relativo a estructuras, materiales, color, etc". 
A este último periodo pertenecen la obra de grandes dimensiones ya citada, "Formas de vida 304", realizada en 2003, y otras como "Noli me tangere" (No me toques) (2009), realizada en aluminio fundido con apariencia de cajas de cartón desestructuradas y que remite al pasaje evangélico de la aparición de Cristo a María Magdalena tras su resurrección.