jueves, 25 de enero de 2018
martes, 23 de enero de 2018
lunes, 22 de enero de 2018
El barranco de El Grazal, un tesoro en las Encartaciones
Paseo hasta este rincón de Sodupe con visitas a cuevas, bosques y ermitas
A veces nos empeñamos en recorrer kilómetros y kilómetros en busca de parajes exóticos o vírgenes, en los que la mano del hombre apenas se haya posado y su belleza resulte casi virginal. Sin embargo, hay ocasiones en las que esos paisajes los tenemos a la vuelta de la esquina, casi a la puerta de casa. Por ejemplo, si nos referimos a un Biotopo Protegido con bosques de ribera y mixtos bien conservados, un rico encinar cantábrico, una variada fauna y un extenso y ancestral patrimonio cultural, todo ello en un barranco que se hunde seiscientos metros bajo las cumbres que le rodean, la imaginación nos traslada inmediatamente a perdidos valles de Aralar o Pirineos. Pues no. No hay que irse tan lejos.
Ese paraje idílico está aquí mismo, a la vuelta de la esquina, en Sodupe (Güeñes). Y es el barranco del arroyo Grazal, un pequeño tesoro natural de Las Encartaciones a apenas quince kilómetros de Bilbao y a orillas de la carretera BI-636, repleto de agradables sorpresas, tanto paisajísticas como etnográficas. Tanto que ha merecido acoger un sendero de Pequeño Recorrido (PR-BI 105), cuyas balizas convierten la excursión en una cómoda caminata sin posibilidad de pérdida.
La marcha comienza en el mismo núcleo urbano de Sodupe hasta donde podemos llegar de forma cómoda y sostenible en tren. Desde la estación, nos dirigimos hacia el barrio Iorgi, en la entrada del pueblo (dirección Bilbao). Justo antes de la última edificación, una casona de bella y decadente estampa, un poste avisa de que hay que torcer a la izquierda. Ya caminamos junto al arroyo, enclaustrado entre cemento en estos primeros metros. Pronto dejamos atrás las casas y la naturaleza gana terreno con un bosque de ribera en el que destacan robles y castaños de bonito porte. A partir de aquí, unos paneles irán informado de las singularidades del recorrido, aunque, por desgracia, algunos han sido ya víctimas de los gamberros. La ruta no ofrece dudas y discurre por un camino paralelo al cauce, acompañados siempre por el agradable tintineo del agua.
Pasamos junto a un depósito de aguas y llegamos a lo que en su día fue una cantera, rehabilitada como área de recreo (0h.25'). Un poco más arriba encontramos el desvío a la cueva de los champiñones, utilizada como sepulcro en la prehistoria y para cultivar hongos en la época moderna. El camino se estrecha a la vez que la vegetación se hace más frondosa y pasa junto a una caseta y sobre un puente de hierro antes de llegar a la cueva de la Puerta de Hierro (0h45'), curiosa oquedad por la que discurre el arroyo Eretza en sus últimos metros antes de desembocar en el Grazal.
El camino se convierte a partir de aquí en senda, que acaba por cruzar a la otra margen del arroyo por un puente y remontar hasta el barrio Lexartza y su ermita advocada a San Bartolomé. Desde aquí, lo más montañeros pueden acometer la ascensión al Eretza (887 m.), el coloso de la comarca o el más cercano y accesible Luxar (539 m.).
Desde Lexartza, punto culminante de la excursión, iniciamos el retorno a Sodupe. Primero por un tramo de asfalto roto, hasta un desvío que nos lleva por un camino boscoso. Según descendemos, los árboles se van abriendo para acabar transitando por terrenos despejados que permiten excelentes vistas al macizo del Ganekogorta, al otro lado del valle.Disfrutando del paisaje llegamos al barrio Goikuria, desde el que retornamos ya a Sodupe, no sin antes haber visitado la parroquia de San Pedro de Goikuria y el recuperado lavadero de Iturrega.
domingo, 21 de enero de 2018
Balgerri, el hayedo más extenso de Bizkaia
Karrantza es un extenso valle de laderas tendidas y herbosas enmarcado por cimas que se ocultan entre nieblas. Una tierra de prados y vacas, muchas vacas. Pero también de bosques de robles, castaños, fresnos, abedules, pinos y hayas (Fagus sylvatica), numerosas en el barranco del Balgerri donde se agrupan en la masa forestal más extensa de Bizkaia. El bosque del monte Balgerri (Valjerri en los mapas antiguos) no es un arbolado colonizado como los de Gorbea y Urkiola. Es terreno salvaje, descuidado, de cuestas y torrenteras vertiginosas, ya recuperado de las talas y el carboneo del pasado siglo.
Un destino privilegiado en otoño, cuando las hayas se cubren con el ocre de sus hojas ovaladas y descubren las bayas rojas de los acebos y serbales. Un anuncio de nieves (en algunas zonas ya han llegado) y Navidad. El hayedo ocupa las pendientes de los montes de Ordunte, entre los barrios de Bernales y Lanzas Agudas. Desperdigado en sus extremos se agrupa en los cursos de los torrentes que bajan del Balgerri y el Ilso. Allí están los mejores ejemplares. También por allí bajan los lobos. Subimos hasta Lanzas Agudas, un barrio ganadero que ocupa una solana a 407 metros de altura. Sorprende el nombre. Dicen que hace referencia a las lanzas de fresno que allí se fabricaban. Lo único cierto y triste es que se ha despoblado. En 1960 tenía 148 habitantes y ahora apenas llega a veinte. Tiene una iglesia modesta dedicada a Santiago Apóstol, fuente con abrevadero y una casa rural con taberna (Gailurretan). Y muchos perros ladradores.
Balgerri, Bizkaia
- Cómo llegar.
- En Karrantza de Concha seguimos la BI-4625 a Lanzas Agudas y luego la BI-4626 a Bernales. Otra opción más larga pero más cómoda es la A-8 a Colindres. Luego tomamos la N-629 y antes de Ramales el desvío a Karrantza.
Un gran panel en la entrada del barrio nos informa de montes y recorridos. La elección es fácil. Debemos seguir una pista de cemento que deja a la derecha la casa rural y enfila hacia el monte. Sube, llanea y llega a un cruce donde aflora la grava. De frente continúa por el barranco del arroyo Calleja y al terminar la pista se toma el ramal de la izquierda señalizada con pintura de PR-BI-122. Como es un repecho, nos lo tomaremos con calma. Una vez arriba, con Lanzas Agudas y el valle a nuestros pies, la pista, flanqueada de castaños, avellanos y robles, alcanza un cierre para internarse en un pinar de repoblación.
El bosque vigila
El monte se obtura ante nuestro ojos y pronto aparecen las primeras hayas, retoños que pelean con los abedules en busca de la luz y el espacio. Caminamos en silencio por un bosque oscuro y mudo, donde el murmullo del viento y el rumor de los arroyos son los únicos sonidos. La vida animal es invisible pero existe. Tenemos la sensación de que nos vigilan. Hayas grandes y retorcidas se aferran a las cuestas. Es un árbol conquistador que alcanza los 30 metros de altura y anula el sotobosque. Sólo resisten los helechos y algunos tejos centenarios.
Vemos un letrero indicador del camino al Balgerri antes de vadear un torrente. Más allá cae otro en espumeantes cascadas. La pista se orienta al Sur y cruza una ladera más seca donde medran los robles. Al llegar a una gran curva aparece una solana donde los apicultores colocan colmenas. Otro letrero informa que hay 6,6 kilómetros a Bernales. Por el rebollar sube una senda a La Buitrera, que está muy arriba (10,6 km). Mientras divisamos las peñas calizas de Ranero nos sobrevuelan las rapaces. La pista se retuerce y vuelve a entrar en el bosque. Humedad, musgo, helechos y barro nos acompañan hasta llegar al espectacular torrente Balgerri. Cae en cascadas sobre la pista que es imposible de cruzar tras fuertes lluvias o deshielo. En este punto termina el hayedo. La pista contornea la ladera del monte Cornezuelo y entre pinos y robles americanos llega a Bernales. Es el momento de finalizar la marcha. Queda por delante un largo descenso que luego habría que remontar. El esfuerzo no merece la pena, así que volvemos sobre nuestros pasos.
Perro villano
Durante el regreso trataremos de desentrañar el bosque, descubrir entre la espesura las diferentes variedades de árboles y arbustos. Además de hayas, la arboleda está recrecida de robles, alisos, olmos, abedules, acebos y unos pocos tejos y serbales. Con chapoteo por el barro y algún trago de agua incluidos disfrutamos de las excelentes vistas sobre Lanzas Agudas y el valle. Divisamos la Peña Ranero, el oscuro encinar de Sopeña en Armañón y la Virgen del Suceso. Lanzas Agudas nos espera con su fuente, sus vacas y ovejas y muchos canes amistosos. Alguno puede ser 'villano', raza del occidente de Bizkaia, un perro de presa empleado para manejar los rebaños de vacas salvajes o 'monchinas', que vagaban por los montes de Carranza.
Recorrido
- Fácil.
- Familiar. 7 km ida y vuelta. 3/4 horas de marcha tranquila. Ojo a la nieve.
- Dormir.
- Casa Rural Gailurretan (Karrantza). Barrio Lanzas Agudas, 17. 946806667. Restaurante y taberna.
- Comer.
- Restaurante Casa Garras (Karrantza). Barrio Concha, 6. 946806280. Comida tradicional. Amplia bodega.
Bernales es el otro punto de acceso al hayedo. Es un barrio aún más pequeño que Lanzas Agudas que vive de la ganadería y conserva una hilera de casas antiguas, con balconadas y entramado de madera. Una reliquia descuidada. A unos 200 metros del centro urbano un letrero marca el comienzo del sendero que sube al bosque de Balgerri. Son cinco kilómetros de caminata antes de alcanzar el cruce del torrente Balgerri y las primeras hayas. Demasiados para un paseo familiar.
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