lunes, 22 de enero de 2018

El barranco de El Grazal, un tesoro en las Encartaciones


Arroyo el Grazal.
Arroyo el Grazal. / FOTOS: Fernando J. Pérez.
  • Paseo hasta este rincón de Sodupe con visitas a cuevas, bosques y ermitas


A veces nos empeñamos en recorrer kilómetros y kilómetros en busca de parajes exóticos o vírgenes, en los que la mano del hombre apenas se haya posado y su belleza resulte casi virginal. Sin embargo, hay ocasiones en las que esos paisajes los tenemos a la vuelta de la esquina, casi a la puerta de casa. Por ejemplo, si nos referimos a un Biotopo Protegido con bosques de ribera y mixtos bien conservados, un rico encinar cantábrico, una variada fauna y un extenso y ancestral patrimonio cultural, todo ello en un barranco que se hunde seiscientos metros bajo las cumbres que le rodean, la imaginación nos traslada inmediatamente a perdidos valles de Aralar o Pirineos. Pues no. No hay que irse tan lejos. 
Ese paraje idílico está aquí mismo, a la vuelta de la esquina, en Sodupe (Güeñes). Y es el barranco del arroyo Grazal, un pequeño tesoro natural de Las Encartaciones a apenas quince kilómetros de Bilbao y a orillas de la carretera BI-636, repleto de agradables sorpresas, tanto paisajísticas como etnográficas. Tanto que ha merecido acoger un sendero de Pequeño Recorrido (PR-BI 105), cuyas balizas convierten la excursión en una cómoda caminata sin posibilidad de pérdida.
La marcha comienza en el mismo núcleo urbano de Sodupe hasta donde podemos llegar de forma cómoda y sostenible en tren. Desde la estación, nos dirigimos hacia el barrio Iorgi, en la entrada del pueblo (dirección Bilbao). Justo antes de la última edificación, una casona de bella y decadente estampa, un poste avisa de que hay que torcer a la izquierda. Ya caminamos junto al arroyo, enclaustrado entre cemento en estos primeros metros. Pronto dejamos atrás las casas y la naturaleza gana terreno con un bosque de ribera en el que destacan robles y castaños de bonito porte. A partir de aquí, unos paneles irán informado de las singularidades del recorrido, aunque, por desgracia, algunos han sido ya víctimas de los gamberros. La ruta no ofrece dudas y discurre por un camino paralelo al cauce, acompañados siempre por el agradable tintineo del agua.
Pasamos junto a un depósito de aguas y llegamos a lo que en su día fue una cantera, rehabilitada como área de recreo (0h.25'). Un poco más arriba encontramos el desvío a la cueva de los champiñones, utilizada como sepulcro en la prehistoria y para cultivar hongos en la época moderna. El camino se estrecha a la vez que la vegetación se hace más frondosa y pasa junto a una caseta y sobre un puente de hierro antes de llegar a la cueva de la Puerta de Hierro (0h45'), curiosa oquedad por la que discurre el arroyo Eretza en sus últimos metros antes de desembocar en el Grazal.
El camino se convierte a partir de aquí en senda, que acaba por cruzar a la otra margen del arroyo por un puente y remontar hasta el barrio Lexartza y su ermita advocada a San Bartolomé. Desde aquí, lo más montañeros pueden acometer la ascensión al Eretza (887 m.), el coloso de la comarca o el más cercano y accesible Luxar (539 m.).
Desde Lexartza, punto culminante de la excursión, iniciamos el retorno a Sodupe. Primero por un tramo de asfalto roto, hasta un desvío que nos lleva por un camino boscoso. Según descendemos, los árboles se van abriendo para acabar transitando por terrenos despejados que permiten excelentes vistas al macizo del Ganekogorta, al otro lado del valle.Disfrutando del paisaje llegamos al barrio Goikuria, desde el que retornamos ya a Sodupe, no sin antes haber visitado la parroquia de San Pedro de Goikuria y el recuperado lavadero de Iturrega.

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