Bilbao se convirtió, a comienzos del siglo XX, en el segundo mayor núcleo industrial de España. Solo Barcelona fue capaz de hacer frente al ambicioso proyecto de la localidad vasca, cuya transformación provocó, inevitablemente, daños colaterales en el ecosistema. Buena parte de los vertidos de las fábricas fueron a parar a la ría, que perdió casi todo su oxígeno: «Tal fue la materia orgánica acumulada en sus fangos que la vida del estuario estuvo a punto de retroceder en el tiempo, reflejando las condiciones de un pretérito lejano en la evolución de la Tierra», sostiene el investigador de la Universidad del País Vasco (UPV) José I. Saiz Salinas.
La situación alcanzó cotas críticas, lo cual afectó directamente a la vida de los vecinos de la villa: «En mi infancia la ría no era agua, era chocolate y barro -afirma Mª Carmen Lozano, presidenta de la Federación Vizcaína de Pesca y Casting-. Estaba contaminada y olía muy mal, era imposible que hubiera peces porque no había oxígeno». Hoy, sin embargo, la vida ha vuelto a abrirse paso en el Arenal, gracias sobre todo a la campaña de concienciación que tuvo lugar en la última década de los 90 y que derivó en la construcción de la depuradora de Galindo, ubicada en Sestao (Vizcaya).
«La infraestructura construida por el Consorcio de Aguas de Vizcaya ha permitido impedir que los residuos bajen hasta la ría, y eso nos reporta limpieza», alega Lozano, que admite que tuvo miedo de que los metales pesados impidieran la regeneración, pues «son casi imposibles de quitar». Recientes estudios constatan, sin embargo, que existen evidencias que animan a mirar con optimismo el futuro, como el realizado por el Departamento de Biología Vegetal de la UPV. Ibon Uriarte, miembro del equipo de ecología del zooplancton junto a Fernando Villate y Arantza Iriarte, destaca que en la actualidad «puede decirse que se encuentra enbastantes buenas condiciones», por lo menos «en cuanto a nivel de oxígeno», que se sitúa ya en torno al 60%.
Vuelve la pesca
La contaminación del agua impidió durante décadas a los amantes de la caña y el sedal practicar la pesca en los aledaños de la ría bilbaína. Sin embargo, cada vez es más habitual ver a personas de todas las edades probar suerte en el Arenal: «Poquito a poco hemos visto que se ha regenerado hasta la flora, lo que quiere decir que se está generando alimento para los peces. La limpieza va a evolucionando a favor de todos», afirma Lozano, que asegura que en los últimos años han encontrado un amplio abanico de especies en las aguas de la capital vizcaína, desde mojarras hasta lubinas y lubinetas.
En el año 2000, cuando se conformó la federación de pesca, prácticamente lo único que se podía encontrar eran mubles, un pez marino que utiliza su baba como medida de defensa. Gracias a la ayuda de la depuradora, desde hace cinco años han aparecido nuevas especies, como carpas y quisquillas, aunque los ejemplares más comunes, según la presidenta de la institución, son los las doradas, los salmonetes, las anguilas y las mojarras.
Al principio, los peces solían concentrarse en la zona de La Ribera, pues se alimentaban de los desperdicios de comida que tiraba la gente que acudía al mercado. Sin embargo, la zona ya ha sido aseada, por lo que en la actualidad se mueven prácticamente por todo el estuario. Es más probable, aún así, que los pescadores se encuentren con una especie u otra en función de la zona. Según Lozano, en la zona de Portugalete es bastante habitual toparse con salmonetes y mojarras, mientras que en Gecho, donde celebran un torneo de navidad, han hallado lenguados e incluso una chavela, «que es una especie de sardina gigante».
Autoconsumo
La Federación de Pesca de Vizcaya practica la modalidad de «captura y suelta». Es decir, que sus integrantes devuelven los peces al agua una vez los han analizado. Sin embargo, cada vez más bilbaínos se animan a comerse las presas, algo que Lozano considera «lógico», pues se trata de un deporte que conlleva gastos para hacerse con los cebos. Hace unos años, los pescadores eran reacios a cocinar algunas especies, como el lenguado, pues «van por el fondo y, como no estaba muy limpio, sabían como a fango». Una vez limpia la ría, «todo es más bien cuestión de gustos».
Con motivo de la maratón de Vizcaya, que se celebra en Portugalete, la institución vizcaína se ve obligada a sacrificar los peces que pescan, ya que se trata de un evento que se alarga durante 24 horas. El pescado va a parar al comedor del asilo San Juan de Dios, situado en Santurce. «Y los cocineros están encantados, porque la verdad es que sacamos muchos kilogramos», asegura.
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