La frontera entre el éxito y el fracaso pende de un hilo y a veces éste se va masticando de forma lenta, aunque a la vista de casi todo el mundo. Es lo que le ha sucedido a la pastelería New York, de la calle Buenos Aires, que no pudo adecuarse al paso de los nuevos tiempos comerciales, pese a contar siempre con el favor de su fiel clientela. Bilbao pierde otro símbolo comercial con el cierre de un negocio que hizo salivar a miles de vizcaínos y turistas que recalaban en la capital y escogían sus famosos e inolvidables bollos de mantequilla. Un placer que la villa paladeó durante 94 años.
Los peores presagios sobre la histórica pastelería, que presumía de haber sido fundada en 1922, comenzaron a cernirse la pasada Semana Santa. De la noche a la mañana, y sin previo aviso por parte de sus actuales titulares, el local cerró sus puertas. Durante meses, los transeúntes se preguntaron por el destino de un establecimiento sobre el que se rumoreó que podía ser objeto de una profunda reforma. Sin embargo, todas las esperanzas se diluyeron al no tomar cuerpo ninguna de las alternativas barajadas para reflotar un negocio que, hace justo un año, fue declarada por Moskotarrak Konpartsa ‘El paraje bilbaíno’. Curiosamente, anteayer otra de las pastelerías legendarias de la villa -Arrese- recogió el mismo galardón en presencia del alcalde, Juan María Aburto.
New York fue de los comercios a los que el cartel ‘De Bilbao de toda la vida’ le sentaba como un guante. Era mucho más que una pastelería. Fue un salón de té decorado a la manera más tradicional y creando un ambiente único. En sus expositores, había lugar para las pastitas y bollería de siempre, pero también hacían hueco a graciosos pasteles de nueva creación, como los dulces con forma de animales o de personajes de dibujos animados.
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