La fascinación por el encuentro de dos figuras míticas siempre es caldo de cultivo para la creación. Bien pertenezcan a la élite cultural, bien provengan del arte popular. La humanidad siempre se rinde ante dos astros que chocan y que alumbran juntos una historia interesante o un concepto innovador. Ocurrió con Miró y Calder, o con Dalí y Picasso. Así, Maradona y Freddie Mercury tuvieron su canción y Chillida y Heidegger su libro y, ahora, su exposición. El Museo Guggenheim de Bilbao acoge hasta el 15 de abril de 2018, la exposición El arte y el espacio, hija espiritual del ensayo homónimo que concibieron el escultor vasco y el filósofo alemán.
La institución, dentro de las actividades por su vigésimo aniversario, toma como punto de partida el encuentro entre Eduardo Chillida y Martin Heidegger, allá por 1969. Ambos autores quedaron sorprendidos por la forma de concebir el mundo del otro y decidieron que debían compartir sus reflexiones sobre el arte y el espacio. Heidegger escribió dos ensayos dedicados a la forma de esculpir de Chillida. El filósofo alemán quedó absorto por «el proceder del artista plástico en los tiempos de la razón técnica moderna. Según él, Chillida había demostrado que el urbanismo planificado y el arte arquitectónico «se pueden integrar». Ese concepto es el que inspira a artistas como Gordon Matta-Clark a crear piezas audiovisuales que hacen hincapié en los escombros y que se recrean en los agujeros que dejan las bolas de demolición.
Trazando un recorrido que conjuga el enfoque cronológico y el temático, la muestra permite abordar los cimientos culturales de la pregunta filosófica por el espacio, añadiendo nociones científicas que ya forman parte de la vida cotidiana, tales como los agujeros negros o la conquista del espectro electromagnético. Así, en el contexto contemporáneo podremos contemplar trabajos de los artistas Vija Celmins, Nina Canell, Ángela de la Cruz o Olafur Eliasson. Mención especial merece el trabajo del chileno Iván Navarro, quien superpone neones de colores chillones y espejos impolutos para crear puertas a lo infinito. Su propia concepción del arte y el espacio.
La exploración de las propiedades contextuales del arte que propuso Chillida le llevó a tomar parte en diversas colaboraciones con filósofos y poetas del prestigio de Gaston Bachelard, Martin Heidegger, René Char u Octavio Paz. La nueva exposición del Museo Guggenheim se propone analizar este diálogo cultural, ampliarlo tanto histórica como geográficamente, y rastrear su persistencia en las prácticas contemporáneas.
Las propias paredes del museo se vuelven un elemento más de la exposición. Así, artistas como Alyson Shotz juegan con el Guggenheim en obras como Objeto de reflexión. Manuel Cirauquí, comisario de la exposición, explicó es un proyecto que fusiona "reflejos, ilusiones y espejismos". la obra que mejor representa lo que Heidegger y Chillida querían plasmar en su ensayo es La fase de la nada-agua, del japonés Nobuo Sekine. El artista se las ingenia para situar, en dos figuras geométricas de acero, agua inalterable e incorrupta, dando la sensación de que están vacías en un fondo negro que no se acaba nunca.
El comisario añade que "la esencia de la muestra es la pretensión científica de los materiales en espacios que encuentran el desplazamiento inmóvil". El arte y el espacio se podrá disfrutar en el Guggenheim de Bilbao hasta el 15 de abril del 2018, y sus visitantes se encontrarán ante todo tipo de homenajes al enriquecedor encuentro de dos maestros. Heidegger y Chillida. Un marco incomparable y cien ecos de un big-bang en pleno verano del amor que aún resuenan a la vera del Ibaizábal y el Nervión.
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