El Museo Guggenheim Bilbao acogerá a partir del próximo mes de mayo la exposición París, fin de siglo: Signac, Redon, Toulouse-Lautrec y sus contemporáneos, que abordará la escena artística parisina de finales del XIX, especialmente en lo referido a las corrientes del neo-Impresionismo, el simbolismo y los nabis (Los profetas, en hebreo).
En la muestra, según informó ayer el centro expositivo bilbaino, estarán presentes las figuras más destacadas de estos movimientos de la vanguardia artística francesa de finales de siglo, a través de aproximadamente 125 piezas, incluidas pinturas al óleo y al pastel, dibujos, grabados y estampas.
CONVULSIÓN Y AGITACIÓN La exposición hace referencia a la generación de artistas surgidos a finales de la década de 1880 en París, una época de fuerte convulsión y agitación política, que incluía a miembros de las corrientes de los neo-impresionistas, los simbolistas y los nabis.
Estos últimos fueron un grupo de pintores franceses preocupados por la importancia del color en su obra en la que realizarán una pintura basada en la deformación de la realidad de forma objetiva (aquella distorsión que se ve) o subjetiva (trastocar la realidad mediante la emoción).
Los temas de las obras de estas tres corrientes pictóricas francesas, los paisajes, la urbanización moderna y las actividades de ocio, seguían siendo similares a los de sus antecesores los impresionistas, que aún estaban en activo.
Sin embargo, los nuevos movimientos cambiaron el tratamiento de estos temas familiares, y a ellos se añadieron escenas y visiones introspectivas y fantásticas, así como retratos descarnados de la vida social.
La exposición que albergará el Guggenheim Bilbao del 12 de mayo al 17 de septiembre, ahonda en estas vanguardias, centrándose especialmente en algunas de sus figuras más destacadas como fueron Pierre Bonnard, Maurice Denis, Maximilien Luce, Odilon Redon, Paul Signac, Henri de Toulouse-Lautrec y Félix Vallotton. Estos artistas crearon composiciones cuidadosamente elaboradas que, en su forma y ejecución, van en contra de lo natural, con lo que buscaban “provocar emociones, sensaciones o cambios psíquicos en el espectador”.
A pesar de ostentar características a veces contradictorias, estos artistas compartían la meta común de crear un arte con una resonancia universal, produciéndose ocasionalmente diálogos entre los grupos”, indicó el centro expositivo bilbaíno. En una visión de conjunto, esta agitada época muestra un terreno complejo de estéticas y teorías filosóficas divergentes, al tiempo que delinea los acontecimientos turbulentos en el umbral de un nuevo siglo, concluyó el Guggenheim Bilbao en su comunicado de ayer
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