Bulegoa z/b surgió en 2010 como respuesta a un descontento. Beatriz Cavia, Isabel de Naverán, Miren Jaio y Leire Vergara estaban a vueltas con sus tesis doctorales sobre comisariado, coreografía, crítica y teoría social. Algunas de ellas habían coincidido en proyectos antes pero no se conocían mucho. Para salir del aislamiento académico y compartir sus pesquisas pensaron en la idea de alquilar una oficina en la que trabajar todas juntas. Fue en un momento que ellas veían crítico respecto al panorama institucional del arte contemporáneo en el País Vasco y en Bilbao. La gran pregunta de fondo era cómo hacer las cosas de otro modo y la respuesta fue diseñar un proyecto donde eran ellas las que lo decidían todo: cómo funcionar, qué criterios establecer, cómo repartir el tiempo de trabajo, cómo gestionar los recursos. Encontraron un local a pie de calle que había sido un ultramarinos y después una peluquería con cuatro cristaleras en chaflán y quedaron fascinadas con ese espacio que era de por sí un escaparate. Una visibilidad que aportó “una tensión positiva al proyecto, porque nos ayudó a considerar la responsabilidad de un programa público, abierto, de acceso libre y a la vez experimental”, dicen.
Por todo ello es uno de los espacios más singulares de la escena artística del país y una rara avis en el contexto vasco. No hay más exposiciones que las del discurso y las ideas, y lo importante aquí es el tiempo del arte, que tiene un ritmo propio, como las plantas. Todo se piensa colectivamente, el punto fuerte de este proyecto, aunque la discusión se expande a quienes habitualmente acuden a su programa, a los artistas cuya obra acompañan o producen, a las personas a las que invitan, y al equipo de gente que hacen que la oficina funcione siete años después.
Bulegoa z/b se define como un lugar de cruce entre la teoría y la práctica. ¿Qué tipo de teoría y qué tipo de práctica?
Desde el comienzo, Bulegoa z/b ha tratado de habilitar un espacio de cruce entre diversos modos de hacer, pensar e investigar. En un primer momento, nos interesó poner en relación nuestras propias prácticas: la sociología, la coreografía, el comisariado y la crítica. Queríamos aprender de los distintos recursos metodológicos empleados en nuestras investigaciones con la intención de romper con viejas jerarquías entre conocimientos que veíamos estancadas en el campo académico. Algunos proyectos y líneas del programa surgieron de esta preocupación inicial, como por ejemplo un glosario. No nos poníamos de acuerdo a la hora de interpretar conceptos básicos como “forma”, “performance”, “conocimiento” o “educación” que empleábamos en nuestras primeras reuniones, e invitamos a Isidoro Valcárcel Medina a que nos ayudara enviándole unos “vocablos de disenso”. Él respondió con definiciones que más tarde compartimos con un público que surgía del encuentro entre prácticas y saberes. Más adelante, hemos llevado a cabo otros proyectos curatoriales que también intentan desestabilizar las jerarquías entre saberes y su relación con la práctica. Este es el caso de EL CONTRATO, un proyecto de dos años de duración que realizamos en Azkuna Zentroa como estructura residente y que consistió en un grupo de lectura (durante diez meses y con sesiones cada quince días) y más tarde en una exposición que daba cuenta de las lecturas y reflexiones que habían tenido lugar durante el proceso colectivo al tiempo que mostraba obra de artistas que ayudaban a examinar la noción de “contrato” desde diversas esferas y procedimientos.
¿En qué modo se trabaja con el contexto local? ¿Cuál es la posición respecto al contexto internacional?
La oficina se inscribe en un contexto artístico local muy rico y nuestro modo de trabajar con él surge de manera natural a través de invitaciones a artistas, comisarios/as, coreógrafos/as y pensadores/as a contribuir con lecciones, proyecciones, sesiones de lectura, performances... La oficina está situada en Solokoetxe, un barrio en el centro de la ciudad que poco a poco ha ido perdiendo su actividad comercial, pero que tiene una cohesión vecinal fuerte. Nos gusta reivindicar nuestra posición desde este margen de la ciudad en una pequeña colina desde la cual no se puede ver el Guggenheim. Nuestra posición respecto al contexto internacional es abierta, tratando en todo momento que se den encuentros fluidos entre lo local y lo internacional. Esta actitud se hace evidente a través de varias producciones que hemos realizado dentro de la red internacional Corpus dedicada a la producción y difusión de performance en la que participamos junto a If I Can’t Dance (Ámsterdam), Tate Modern (Londres), KW (Berlín), CAC (Vilnius) y Playground (STUK y M-Museum, Lovaina). En nuestras producciones para Corpus hemos trabajado indistintamente con artistas locales o internacionales como Israel Galván, Pedro G. Romero, Gema Intxausti, Amaia Urra, Olivier Foulon o Carla Zaccagnini.
¿Por dónde van los estudios de investigación que abarcan?
Las líneas de investigación surgieron tratando de aunar nuestras cuatro disciplinas y trayectorias profesionales. Por supuesto, sus definiciones se han visto transformadas en estos siete años, aunque siempre tratamos de mantener su centralidad, ya que articulan nuestras formas de hacer y ordenan nuestros intereses. Las líneas varían en forma y contenidos. Por ejemplo, en la línea de investigación EGB (Educación General Básica) se plantean formas de aprendizaje que, más allá de lo formal y reglado, permiten dialogar en torno a diferentes problemáticas e intereses. Dentro de EGB, organizamos “Lecciones”, sesiones pedagógicas impartidas por artistas como Sergio Prego, June Crespo, Iñaki Garmendia o Inazio Escudero, así como pensadores e investigadores como Juan Aranzadi, Francisco Tirado o Rivet.
Y los grupos de lectura, ¿cómo funcionan?
El grupo de lectura es una herramienta que venimos utilizando en proyectos como EL CONTRATO para abordar diferentes conceptos o líneas de pensamiento. En la actualidad, estamos realizando un grupo de lecturas sobre el concepto de Cosmopolítica que propuso Stengers en 1996, y que abordaremos a través de autoras como Haraway o Latour. En la actualidad, estamos realizando El ensayo de la exposición con AZ, un simposio internacional de comisariado que comenzó en 2016 y se desarrollará hasta 2019, y en el que contaremos con la presencia de artistas, comisarios y pensadores internacionales, y este año comenzamos una nueva línea a través de la propuesta de residencias artísticas, que serán de dos tipos: residencias invitadas y residencia por convocatoria pública y abierta para artistas. La artista invitada en esta primera edición será Olga de Soto, que hará una doble estadía en el País Vasco para presentar A Project Made of Voices.
En su programa, hablan de “una forma de conocimiento informe”. ¿Qué es?
“Formas de conocimiento informe” es una línea que en un principio nos ayudó a gestarnos y consolidarnos, que nos permitió investigar y presentar en nuestro contexto diferentes modelos que a nivel internacional llamaban nuestra atención y que conectaban con la forma de entender Bulegoa z/b. Una forma que estaba totalmente sin definir en esos momentos, y que tenía la intuición de resolverse en el hacer. Y así fue. A través de la invitación a diferentes colectivos de escala pequeña o mediana y auto-gestionada, comenzamos a trazar una red de contactos y conversaciones que iban incidiendo en nuestra forma de hacernos y de pensar. Algunos ejemplos son TkH (Teoría caminante) de Belgrado, el Laboratorio de Desclasificación Comparada (París y Santiago de Chile), Phil Collins y sus alumnos del DAI (Arnhem), Peter Friedl, Andrés Jaque y su Oficina de Innovación Política, o el coreógrafo Xavier Le Roy. Como parte de estas invitaciones surgieron nuevos proyectos. En la visita de TkH en 2010, Marta Popivoda presentó Cine_ilegal, y decidimos adoptar el formato en nuestro espacio. A día de hoy, después de haberse realizado en diferentes ciudades europeas, sólo continúa en Bilbao. Para su realización hemos contado con la colaboración de diferentes artistas que coordinan temporalmente el programa.
¿Cuáles son los límites de la institución para plantear alternativas desde el margen?
Bulegoa z/b nace en el margen y nace como institución. Es una situación paradójica. Por un lado, eres un espacio en una zona periférica y trabajas con una visibilidad pequeña en una ciudad conocida por el “efecto” visibilizador de una gran institución museística. Trabajas con la fragilidad de los espacios que operan al margen: las condiciones de trabajo son las que son y subir la persiana requiere esfuerzo. Asumimos que la precariedad es el coste de disfrutar de cierta autonomía, y tampoco olvidamos que hacer las cosas con cierta autonomía fue precisamente una de las razones por las que empezamos. Por otro lado, está la conciencia de que, por pequeña, frágil y poco visible que sea la oficina, desde el primer día en que subes la persiana, ya eres una institución. Las dinámicas de institucionalización son fortísimas, además de invisibles e imperceptibles. Se reflejan en los gestos cotidianos, en detalles pequeños y triviales. Es importante identificar y revisar las inercias y los hábitos adquiridos, frenar el anquilosamiento institucional y reorientar el impulso hacia otro lado. A diario nos preguntamos cómo ensayar nuevas maneras de trabajar, cómo evitar caer en los automatismos.
Y, ¿cómo trabajar de otro modo?
Una de las maneras de oponer resistencia ha sido la forma de trabajar con el tiempo. Somos una oficina de arte y conocimiento, y hacer arte y pensar son actividades que requieren tiempo. Las temporalidades de los procesos del arte y del pensar son distintas de los ritmos que impone la maquinaria de producción institucional. Tratamos de dedicar tiempo a hablar y a discutir, a dejar que las cosas reposen. Es importante el trabajo a largo plazo. Cuando colaboramos con otras estructuras procuramos no perder de vista esas cuestiones. Colaborar con otras instituciones implica una negociación. Hay una frase que le escuchamos en una ocasión a Joaquín Vázquez de BNV Producciones, una institución pequeña y periférica. El punto de partida, decía, es “plantear tu demanda”, tus condiciones. En ese sentido, EL CONTRATO fue un aprendizaje. Azkuna Zentroa aceptó que durante un año trabajáramos en la institución con una veintena de personas y sin apenas visibilidad.
¿Qué espacio necesita el arte? ¿El arte necesita un espacio? ¿Ha cambiado el modo de hacer y pensar en arte en los últimos años?
El arte es un suceso plástico que se da en el espacio. Dicho esto, hay que reconocer que en los últimos años se ha producido cierta “desmaterialización” en las formas del arte. Las razones son diversas. Está la crisis, que ha cambiado las condiciones de producción y demanda formatos ligeros; también Internet, que ha producido una virtualización del espacio y un boom de lo comunicacional… Todos estos procesos están cambiando los modos de hacer y de pensar, y es cierto que, en tanto que lugar no expositivo asociado a lo discursivo, Bulegoa z/b es un síntoma de ello. Pero, más que una cuestión de espacio o de falta de él, el problema es de tiempos. Espacios hay muchos. Pero tiempo, parece que nunca tenemos suficiente. Y si no te permites el tiempo para estar un rato en un espacio, este se convierte en un lugar vacío. Nos parece importante pasar tiempo con las cosas, tener un espacio propio en el que se reúna gente, propiciar encuentros.
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