Kaxilda no es un gato con siete vidas, pero casi. En su breve andadura literaria y cultural -en mayo cumple 3 años- la librería alternativa donostiarra ha conocido un total de 3 localizaciones diferentes hasta quedarse definitivamente en la calle Arroka número 2, al fondo de un callejón semiescondido de Amara Viejo. Constituida ahora como cooperativa -primero fue una asociación cultural- seis personas de orígenes diversos -3 vascos, un chileno, un italiano y un valenciano- llevan las riendas de un espacio que compagina libros con gastronomía y activismo cultural.
Todos ellos vienen del ámbito académico. “¡Tenemos títulos para vender!”, bromea Dario Malventi, el italiano del grupo, que tras dos días con las persianas cerradas al público se afana en poner a punto el turno de comida. “El mundo universitario se estaba separando de la cultura callejera, desde lo más brutal a lo más creativo, y decidimos quedarnos cerca de lo libros…”, explica. El placer de leer un libro sin comprarlo previamente explica la génesis (y el éxito) del proyecto. “Al principio mucha gente preguntaba si era una biblioteca, un centro cultural… Yo digo que es una librería donde se ha generado un punto de encuentro alrededor del libro, que es uno de los vectores, pero también como lugar para hacer reuniones, comer… “. Dario define Kaxilda como “un espacio que es una tierra de nadie en el centro de Donostia. Un sitio donde se pueden organizar cosas conjuntamente, de manera común”.
La apuesta es total: han pasado de un fondo de catálogo de 1.200 libros a 7.500. Y ya no hay vuelta atrás: han decidido comprar un enorme local de 180 metros cuadrados, un amplio y bonito txoko que funciona a pleno gas desde el pasado mes de octubre y con el que han relanzado su apuesta gastronómica, otra de sus patas fundamentales. Fuera han habilitado una pequeña terraza en un estrecho pasillo y dentro se puede degustar un menú eminentemente vegetariano-vegano, pero que también da pie a que se incluya pescado y carne de producción ecológica, entre montañas de libros. Una filosofía que casa perfectamente con la política de activismo social y concienciación colectiva que cultivan sus responsables. Los platos sueltos cuestan 10 euros, el menú 15 y el fin de semana el precio se eleva a 20. Los jueves, por cierto, también se apuntan al pintxo-pote.
Pero, ¿es este el público habitual de la librería? Dario reconoce que con las comidas ha “surgido otro público”, pero que abriendo 10 horas al día tienen cabida todo tipo de clientes: el lector avezado que va más allá de las últimas novedades y best-sellers de turno, los que van a coger el topo y hacen tiempo rebuscando entre su catálogo, los que asisten a sus charlas y presentaciones… De hecho, la actividad es bastante productiva en este espacio: en su primer año de vida organizaron un total de 120 actividades con lo que se dieron a conocer en el circuito alternativo vasco.
Hoy ya es un referente al margen del mainstream. En lo que llevamos de mes de abril, por ejemplo, se han presentado una serie de cuentos llamados “Relatos marranos” y mañana miércoles 8 y el jueves 9 hay sendos encuentros con la filósofa y dramaturga Bojana Kunst. Los autores y pensadores más outsider de la zona que antes estaban abocados a ir al espacio social Katakrak de Iruñea ahora también se pasan por aquí. Kaxilda colabora, asimismo, con bibliotecas de la ciudad, tiene un programa conjunto con Tabakalera… Poco a poco se ha hecho con un hueco en el sector. “Nuestro trabajo es de hormiguita”, resume Dario antes de volver al trabajo.
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