No es exagerado asegurar que era la exposición más esperada de los últimos años. A su evidente interés artístico por ser la primera muestra que se monta en la historia sobre esta corriente artística, 'Escultura hiperrealista. 1973-2016' había ganado interés tras permanecer mes y medio bajo llave por el cierre obligado del museo por la huelga de una de las subcontratas. Solucionado el conflicto laboral, esta mañana se ha inaugurado por fin la muestra, la gran apuesta veraniega del Bellas Artes de Bilbao y que a buen seguro concitará el interés de mucho público.
La muestra presenta 34 espectaculares esculturas que ofrecen una «revisión profunda de la figuración humana a lo largo de los más de cincuenta años de la existencia del hiperrealismo». El visitante se topará con impactantes creaciones, algunas de ellas tan detallistas que suscitan la duda de si en realidad son inmóviles modelos de carne y hueso. Cuerpos, hiperreales claro, con pieles níveas que dejan entrever los pliegues de la piel, las venas que recorren el cuerpo o gotas de agua que salpican el rostro. Imperceptible vello en las piernas y marcas de nacimiento, como ocurre en 'That Girl (T.G. Awake)', de Paul McCarthy –tres esculturas basadas en una misma modelo que posa desnuda sobre asépticas mesas de autopsia–. El reto del espectador es ir más allá de calibrar la calidad superficial de la obra, no quedarse sólo en si el artista ha sido capaz de atrapar hasta el más mínimo detalle, sino tratar de comprender el mensaje y discurso que toda obra esconde tras lo material.
La exposición está dividida en cinco secciones: 'Réplicas humanas', en las que destacan las piezas del propio McCarthy, Duane Hanson y John DeAndrea, tanto de cuerpos desnudos como «personas corrientes en su día a día»; ‘Esculturas monocromas’, menos realistas que las anteriores pero que «enfatiza las cualidades estéticas» del ser humano –destacan piezas de Juan Muñoz y George Segal–; ‘Partes del cuerpo’, en la que se pueden observar obras de Maurizio Cattelan o John Davies y destaca la impactante 'Vuelta al punto de partida', de Peter Land.
La cuarta sección, 'El juego de las dimensiones' incluye una inquietante obra de Ron Mueck, que reproduce el cadáver desnudo de su padre a tamaño reducido, lo que le confiere aún más capacidad de impacto sobre el observador. La muestra concluye con 'Realidades deformadas', en la que se agrupan piezas de Evan Penny o Patricia Piccini, que reflejan cómo los «avances científicos y tecnológicos’ han modificado la forma que tenemos de percibir y comprender la realidad».
La muestra 'Escultura hiperrealista. 1973-2016' permanecerá abierta en el Museo de Bellas Artes hasta el 26 de septiembre, aunque hay opción a que su estancia en Bilbao se prolongue «un poco», como ha adelantado esta mañana el director de la pinacoteca, Javier Viar. Después viajará a Monterrey (México) y Copenhague (Dinamarca).
No hay comentarios:
Publicar un comentario