Javier Viar sostiene en sus manos el prestigioso tabloide neoyorquino que ha vuelto a dedicar un reportaje a la oferta gastronómica y de ocio de la capital vizcaina dentro de su famosa serie 36 hours in... En él, se destaca la profunda renovación acometida por las instituciones vascas para dotar a la ciudad de una personalidad propia y acorde con lo que se espera de una gran urbe del siglo XXI. Y como visita imprescindible en este recorrido por la ciudad, además del Guggenheim, el periodista Christian L. Wright recomienda a los turistas estadounidenses que visiten otra joya de la cultura vasca: el Museo de Bellas Artes, que atesora una colección de más 10.000 obras.
Otro reconocimiento para el museo...
-Estamos encantados con estos reconocimientos; no cabe duda de que uno de nuestros intereses ha sido tener una presencia en la sociedad y que se nos tenga en cuenta como uno de los elementos claves en la renovación de la ciudad y de todo el país. Y parece que lo hemos conseguido.
¿Cómo se ha adaptado el Bellas Artes al nuevo Bilbao?
-Lo ha sabido hacer muy bien; la idea de que la aparición de un museo tan emblemático como el Guggenheim podía hacer sombra ha resultado totalmente falsa. Realmente, hemos crecido notablemente al amparo de ese nuevo Bilbao y sobre todo del interés institucional porque los museos figuren en primera línea de la imagen nueva de la ciudad.
Uno de los baremos que marca el éxito de un museo es el número de visitantes.
-Es un baremo evidente, aunque no creo que es el más importante. Hemos conseguido subir la media desde 2008 en un porcentaje muy alto. Si estábamos en 160.000 visitas, ahora nos hemos situado en torno a 210.000. Y en 2012 tuvimos un récord histórico, llegando a 295.655 con la retrospectiva de Antonio López. Esto demuestra que si el museo tiene medios y puede presentar exposiciones con tirón, podemos conseguir récords históricos.
¿Cómo va el año en cuanto a visitas?
-Llevamos un año estupendo. En estos meses, han pasado por el museo 91. 580 personas, frente a las 61.200 del año pasado por estas fechas. Esto significa que tenemos un 50% más de visitantes que en 2014. Creo que hemos apostado por unas exposiciones que han gustado mucho, por ejemplo, la dedicada al Equipo Crónica y la de moda de Francia en los años cincuenta.
¿Y cómo se presenta el verano?
-Estoy convencido de que va a ser un verano potente. El próximo día 9 inauguraremos una exposición dedicada a William Tucker, que quizás no es suficientemente popular, pero es uno de los escultores británicos más reconocidos. Además, la de los trajes de alta costura permanecerá hasta el 31 de agosto, por lo que confío en que el museo va a tener tirón durante el verano. Y para terminar el año hemos programado una muestra con aproximadamente 200 carteles de nuestros fondos. Va a ser una exposición preciosa, muy vistosa, de gran lujo visual. En los últimos años, estamos aprovechando para exponer parte de nuestra colección, que es espléndida. Por una parte, abaratamos el coste, con lo que equilibramos el presupuesto expositivo, pero al mismo tiempo nos sirve para invertir en investigación de nuestros propios fondos. El ejemplo más claro de esta doble labor, aunque no el único, ha sido la exposición que realizamos el año pasado sobre arte japonés, con 221 piezas donadas al museo entre 1953 y 1954.
Recientemente revelaba que solo se paga una de cada tres entradas...
-La Ley de Museos de Euskadi establece que hay que poner un día gratuito. Nosotros decidimos que fuera el miércoles y la gente se está acostumbrando a venir cada vez más este día, debido quizás a la crisis. Hasta los extranjeros miran el día en el que la entrada es libre. En la actualidad, hemos llegado al 70% de entradas gratuitas, pero no solo porque el público viene el miércoles, hay otros colectivos que tampoco pagan como los parados o que tienen entradas más baratas como los mayores de 65 años, los estudiantes hasta 25 años... La labor social no puede ser más satisfactoria. Mientras podamos aguantar y afrontarlo, fantástico. Al final, el museo es un bien público. ¿Qué va a pasar en el futuro? El tiempo nos lo dirá.
El museo ha recibido donaciones espectaculares en los últimos años. ¿A cuánto han ascendido?
-Desde hace 10 años se han cedido a la pinacoteca muchas obras importantes, por ejemplo, en 2014 ha habido donaciones por un valor de 600.000 euros y en lo que va de 2015, por valor de 620.000 euros. En total, 1.220.000 de euros solo en este periodo. Desde que yo estoy aquí, desde 2002 hasta 2013, se ha gastado 8,7 millones de euros en adquisiciones y en donaciones nos hemos acercado a los diez. Precisamente, mañana vamos a presentar en rueda de prensa las últimas donaciones aprobadas el pasado 22 por el Comité Ejecutivo del Museo. En total, 76 obras (9 pinturas, 2 dibujos, 21 estampas, 17 esculturas y 27 carteles). Entre ellas destacan piezas de Federico de Madrazo, Ricardo Baroja, Gonzalo Chillida, Vicente Ameztoy y Andrés Nagel. Recientemente también hemos, recibido en donación 3.500 dibujos de Balerdi, otros 5.000 dibujos de la familia de Alberto Arrúe, 350 que nos ha donado Marta Cárdenas... Refleja el apoyo social que tiene el museo, que se ha consolidado y se ha incrementado.
Y de todas las obras que se han adquirido desde que ocupó la dirección de la pinacoteca, ¿con cuál se quedaría?
-Yo diría que la pieza suprema adquirida durante esta época esLucrecia, pintada en 1534 por Lucas Cranach el Viejo. Hace poco una persona del Prado me dijo que a este museo vendrá gente a ver este lienzo. El incremento de la colección gracias a las compras ha sido fundamental para crear esa imagen de que el museo es fuerte, estable, creativo, y está saneado.
¿Le pasa al Bellas Artes como a la ABAO, que algunos cantantes están ofreciendo bajar su caché para poder cantar en Bilbao?
-Hay instituciones muy importantes que nos ofrecen exposiciones sin coste alguno para el museo. Es otro de los baremos muy claros del éxito y del interés que suscita el museo. En los últimos años, nos han ofrecido traer aquí gratuitamente exposiciones que tienen ellas organizadas. Por ejemplo, este invierno han confluido en la pinacoteca dos, la dedicada al pintor Giovanni Domenico Tiepolo, financiada por la Banca March, y la de Córdoba, que se puede ver en estos momentos, por Caja Sur y la colaboración de BBK. La del pintor tolosarra Lecuona prácticamente ha sido también gratuita, porque la ha pagado una persona, que prefiere seguir en el anonimato.
¿Y por qué quieren que sus exposiciones se presenten en el Bellas Artes?
-Porque les ofrecemos garantías de buena imagen, de eficacia, de que va a haber visitantes... Pero además de las de ahora, ha habido más exposiciones gratuitas, por ejemplo, los grabados del Prado del año pasado, las que se han celebrado con motivo de la Feria Internacional del grabado... El museo tiene una imagen potente.
Uno de los objetivos de la pinacoteca es el apoyo al arte vasco. ¿En qué se concreta?
-Desde mediados del siglo XIX hasta el presente, la colección de este museo consta de una espina dorsal que sería el arte vasco, contextualizada dentro del arte internacional, sobre todo europeo. El apoyo del museo al arte vasco ha sido y sigue siendo clarísimo, hay que tener en cuenta que estaba muy poco estudiado de una manera sistemática y profunda. Existen muchos autores antiguos que nunca habían sido objeto de una exposición, por ejemplo, Durrio, Anselmo Guinea o Lecuona y estaban pidiendo a voces que se celebrara una muestra sobre ellos. De autores contemporáneos, hemos realizado recientemente exposiciones de Nestor Basterretxea, de Diez Alaba, Ramón Zubiarrain, José Ramón Anda, Daniel Tamayo... Las exposiciones son importantes, pero los catálogos son fundamentales para hacer una trama histórica del arte vasco; hasta ahora habían sido aproximaciones no muy completas.
¿Y qué exposiciones de artistas vascos se están programando?
-Vamos a realizar dentro de poco una dedicada a Susana Talayero, otra a José Llanos; se está preparando una de Vicente Ameztoy para el año que viene... Van cobrando forma también una de Ramón Zubiaurre, de Zuloaga, aunque todavía no tienen fecha concreta. Y de artistas más jóvenes, una de Javier Balda, de Ortiz de Elgea... Son exposiciones en el horizonte cercano. Además, vamos a exponer en junio las donaciones de Marta Cárdenas y en septiembre las 34 obras de Andrés Nagel. Estamos estudiando constantemente el arte vasco, que es algo a lo que yo me he dedicado toda la vida y sigo dedicándome a ello.
Parece que al Bellas Artes no le afecta la crisis...
-Ha sido muy difícil y muy duro porque hemos recortado mucho, hemos salido adelante a base de recortes y muchos programas y actividades internas han tenido que quedar postergados para desarrollarlos en cuanto podamos. Lo que ocurre es que no sé cómo pero estamos consiguiendo dar la imagen de que no nos pasa nada. Pero nos pasa lo mismo que a todos, aunque hemos conseguido paliar los efectos de la crisis a base de duplicar el rendimiento de una actividad, que sirva tanto para el análisis de la colección como para la exposición; con estos apoyos inesperados de instituciones que quieren exhibir aquí su exposición...
El Bellas Artes es una fundación con un patronato, en el que confluyen la iniciativa pública con la privada. ¿Qué beneficios reporta este modelo?
-Precisamente,se cumplen 15 años de la creación de la Fundación del museo, que ha funcionado extraordinariamente bien y es una de las razones del buen funcionamiento del Bellas Artes de Bilbao. Este modelo permite que las instituciones tengan un control y la iniciativa privada también, entrando en el patronato y apoyando desde un punto de vista, sobre todo, económico. Fue, precisamente, el Guggenheim el que introdujo ese modelo tan anglosajón de patronato que museos como el Prado e, incluso, el Reina Sofía están copiando.
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