Lo de renovarse o morir pasó de moda. Ahora toca revivir sensaciones, rendirse a los recuerdos o buscar cobijo en lugares que hacen sentir como en casa. Se llevan los bares que cuentan una historia, que combinan lo moderno con lo antiguo para transmitir experiencias. La bicicleta que recuerda los veranos en el pueblo o la vajilla y el mantel que usaba la abuela en el caserío ya no son solo piezas esenciales en nuestra memoria sino elementos decorativos que hacen únicos a estos locales de la villa. Dicen sus propietarios que pasamos tanto tiempo fuera de casa que necesitamos volver al hogar, que la cabra tira al monte o que lo vintage está a la última. El secreto de su éxito quizá resida en que en un mundo de precocinados, prefabricados y preocupaciones se echa en falta un poco de autenticidad. Estos cinco bares bilbaínos han abierto las puertas a la nostalgia:
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