Tras la Bienal de Sao Paulo (Brasil), que le ha restado gran parte de sus energías en 2014, Juan Pérez Agirregoikoa recala una vez más en Bilbao. Hasta el 31 de enero la galería Carreras Mugica muestra dos animaciones suyas que ya se exhibieron en el Museo Reina Sofía de Madrid, hace dos años: The culture lovers y Eraser, dos vídeos que hablan de lo mismo pero desde ángulos distintos, tal y como desvela el artista: “Se trata de reflexionar sobre el concepto de cultura que heredamos, sobre las diferentes formas de manifestarse, sobre su caducidad, sus funciones, las mentiras que hay detrás de eso”. “Para mí -explica el donostiarra- la cultura es una gran putada que nos vamos pasando de padres a hijos. Como transmisión es terrible. Lo asumes o vas contra ello, pero es difícil evitar eso. Tus padres te intentan educar de una forma, luego llegas tú y dices que no, que no quieres eso para tus hijos, y haces otra cosa, y ellos harán otra distinta... Y nos cuesta despegarnos de todo eso que nos han inculcado”, apunta Agirregoikoa.
El artista parte de la experiencia propia, y en la pieza The culture lovers, por ejemplo, trata de desenmascarar “la ilusión antisistema de subculturas juveniles supuestamente alternativas como la de los skaters, en realidad plenamente integradas y mercantilizadas. Creen que están haciendo cultura y lo que hacen es mercado. Yo he sido skater, pero lo que hacíamos nosotros no tenía nada que ver con lo de ahora”.
Mientras, en Erased relaciona el acto de destrucción de los Budas de Bamiyan por parte de los talibanes, en 2001, con un gesto ya mítico, el realizado por el pintor estadounidense Rauschenberg al borrar, en 1953, un dibujo de De Kooning, supuestamente para convertirlo en otra obra. “Pero fue un acto poético, tal y como reveló él más tarde”, aclara Agirregoikoa. “La gente pensaba que era un gesto contra el expresionismo abstracto, pero era poesía”.
“Cuando pensé en la destrucción de los budas me acordé de la frase de Marx, todo lo sólido se desvanece en el aire, todo lo sagrado es profanado, porque es falso marxismo: destrozaban lo sólido y profanaban lo sagrado, sí, pero para sustituirlos por otro tipo de creencias o para establecer otro orden cultural. Lo que para unos es cultura para otros es salvajismo”, manifiesta Agirregoikoa.
La obra tiene también detalles burlescos, como una exhibición de artes marciales o la presencia de personajes que parecen salidos de la serie Comando G. El artista matiza sobre este aspecto: “Es verdad que la obra tiene ironía, pero detrás siempre estoy hablando de cosas serias y hasta dramáticas”.
SIN ESTILO
Tras su paso por la Bienal de Brasil, el donostiarra ya piensa en su próximo proyecto. “No quiero repetirme, no quiero tener un estilo. Reflexiono sobre cosas que me preocupan o que me afectan, pero cada proyecto es como un problema solucionado, ya no es mío, es como quitarse un peso de encima. El próximo proyecto que tengo en mente se conformará en torno a la República de Platón, es decir, en cómo gobernar. Los proyectos anteriores ya los he abandonado, incluido este”.
Además de las animaciones de Agirregoikoa, la galería bilbaina expone también una amplia muestra de piezas de Pello Irazu (Andoain, 1963), que podrán visitarse hasta el 20 de enero.
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