La calle se le quedó pequeña. Si uno escribe su nombre a quemarropa, Yoon Hyup, habrá quien se quede como si tal en estos lares. Pero estos lares no lo son todo. No en vano, su arte, que nació en la calle, puede contemplarse hoy en la decoración de las tablas de surf Tommy Hilfiger o en las tiendas Nike, allá en Nueva York, donde reside. El artista, natural de Seocho (Corea del Sur) ha pasado por Bilbao de la mano de All, una empresa instalada en San Francisco (Bilbao). Trabajan con el arte y el diseño, espolvoreándolo a su alrededor y tratando de convertir al barrio en un centro de interés para los visitantes y los propios ciudadanos de la villa. Yoon ha pintado un mural en la calle Cortes. Allí empezamos.
Usted, que comenzó en la calle, ¿aspira a llegar a un museo?
-Por supuesto, pero no es ahora la prioridad. Lo que persigo es experimentar con las artes de vanguardia y emparentarlas con lo tradicional de la cultura de mi país .
¿Qué siente cuando tachan de delincuentes a los artistas callejeros y sus grafitis?
-Yo ya no estoy en esa etapa. Y, por supuesto, no apoyo ningún tipo de vandalismo contra la propiedad, pero es verdad que en ocasiones la calle es el único lugar que encuentra el artista para expresar su arte.
¿Entienden en su cultura oriental el arte que practica?
-Cuando hacía arte gráfico les costaba. Pero el público coreano ha desarrollado un conocimiento más profundo y usa estas técnicas para tener una imagen más fresca. Ahora ya los considera artistas.
Y allá donde vive, en Nueva York, ¿entienden Corea?
-Falta información. Es uno de los leit motivs de mi trabajo, explicarlo. Antes los artistas no podían exportar su forma de expresarse fuera, pero ahora han cambiado las cosas.
¿Cuándo y dónde le nació la chispa?
-Desde pequeño. Mi abuelo tenía sensibilidad para el arte y me la transmitió.
¿Qué dice hoy su abuelo de lo que transmite?
-Le cuesta entenderlo, pero se siente muy orgulloso sobre cómo y dónde he encontrado mi sitio en el mundo. Es muy feliz cuando ve mi trabajo en las tiendas, en las tablas de surf...
Un lenguaje artístico, el suyo, que conecta con la juventud...
-Yo pinto para la gente más adulta, más compleja. Pero creo que en el futuro no habrá edad para el arte, es una evolución que va a llegar porque la gente va formándose. Es bueno romper esas barreras.
¿Sobre qué no pintaría jamás?
-Las drogas, tal vez. Pero nunca había pensado sobre ello. Sí tengo más claro hacia dónde quiero ir.
¡Ponga rumbo!
-Quiero trabajar con científicos.
¿Arte y ciencia no son enemigos: el corazón versus la cabeza?
-La tecnología va a gobernar el mundo y necesita del arte para conectar con el hombre. Me gusta esa mezcla. Respeto mucho a Nam Jun Paik, un artista que utiliza la televisión como lienzos.
Su obra estalla en colores...
-Me gusta. Pero no quiero límites a mi arte. Usaré el negro, seguro.
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