Viernes, 28 Diciembre, 2012 - 19:00
Concierto: 1660: del Fr. concert (16c.) “convenio, acuerdo, harmonia” , del It. concerto “concierto, harmonia,” de concertare “concordar o entrar en acuerdo”.
Si un concierto está normalmente basado en “convenio, acuerdo y harmonia”, entonces un no-concierto esta basado en el desacuerdo, la discordia y el ruido.
En la improvisación no-idiomatica se supone que uno puede utilizar toda la música como posible material para la improvisación. Pero la música nunca es solamente música ya que proviene de un contexto social específico. En el no-concierto podemos utilizar todo como posible material para la improvisación: relaciones de poder, ideas, conceptos, el contexto, historia, arquitectura, nuestros cuerpos, afectos, deseos, sexo…
No necesiamos instrumentos que medien nuestra relación entre nosotras, y nos reafirme como músicos. Nos guste o no, de una manera u otra siempre estamos actuando. No hay actividad o posición que sea neutral. La pregunta es si estamos actuando un rol ya establecido (como puede ser el de audiencia o performer) o algo totalmente diferente. Algo que vaya mas allá de la autoría (ya sea individual o colectiva).
Hoy en día, en el campo de concentración de la participación forzada, donde todo el mundo está produciendo algún tipo de valor (ya sea económico, experiencial, cultural ... ), volver a caer en la noción de un público abstracto que se distancia o es simplemente el observador de un objeto ya no es posible. En cualquier situación que estés, producimos sonidos, por muy silenciosos que sean. En vez de juzgar estos sonidos estéticamente (algo que solo reproduciría la idea del gusto individual), podemos escuchar estos sonidos o producir unos nuevos, para precisamente tratar de entender mejor la situación en la que vivimos y cambiarla.
Podemos cambiar las relaciones sociales, acelerando el conflicto entre el invididuo y el colectivo. Olvidémonos por un momento de la música y de los músicos, y produzcamos un ruido social que cancele la fetichización de sonidos abstractos. Vayamos juntos hacia lo no deseado (musicalmente, estéticamente, socialmente…).
Si la música se supone que son sonidos organizados, entonces el ruido puede ser la escucha desorganizada. Todo puede pasar si lo hacemos pasar, pero si la situación se convierte en estéril para ti, échate la culpa a ti mismo.
¡Todo el mundo es bienvenido!
Si un concierto está normalmente basado en “convenio, acuerdo y harmonia”, entonces un no-concierto esta basado en el desacuerdo, la discordia y el ruido.
En la improvisación no-idiomatica se supone que uno puede utilizar toda la música como posible material para la improvisación. Pero la música nunca es solamente música ya que proviene de un contexto social específico. En el no-concierto podemos utilizar todo como posible material para la improvisación: relaciones de poder, ideas, conceptos, el contexto, historia, arquitectura, nuestros cuerpos, afectos, deseos, sexo…
No necesiamos instrumentos que medien nuestra relación entre nosotras, y nos reafirme como músicos. Nos guste o no, de una manera u otra siempre estamos actuando. No hay actividad o posición que sea neutral. La pregunta es si estamos actuando un rol ya establecido (como puede ser el de audiencia o performer) o algo totalmente diferente. Algo que vaya mas allá de la autoría (ya sea individual o colectiva).
Hoy en día, en el campo de concentración de la participación forzada, donde todo el mundo está produciendo algún tipo de valor (ya sea económico, experiencial, cultural ... ), volver a caer en la noción de un público abstracto que se distancia o es simplemente el observador de un objeto ya no es posible. En cualquier situación que estés, producimos sonidos, por muy silenciosos que sean. En vez de juzgar estos sonidos estéticamente (algo que solo reproduciría la idea del gusto individual), podemos escuchar estos sonidos o producir unos nuevos, para precisamente tratar de entender mejor la situación en la que vivimos y cambiarla.
Podemos cambiar las relaciones sociales, acelerando el conflicto entre el invididuo y el colectivo. Olvidémonos por un momento de la música y de los músicos, y produzcamos un ruido social que cancele la fetichización de sonidos abstractos. Vayamos juntos hacia lo no deseado (musicalmente, estéticamente, socialmente…).
Si la música se supone que son sonidos organizados, entonces el ruido puede ser la escucha desorganizada. Todo puede pasar si lo hacemos pasar, pero si la situación se convierte en estéril para ti, échate la culpa a ti mismo.
¡Todo el mundo es bienvenido!
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