La Sociedad Digital se desarrollará a un ritmo mucho más lento de lo que pensamos, de lo que deseamos y de lo que merecemos. Y esta demora no se debe a nuestra mayor o menor capacidad para asimilar el avance exponencial de la tecnología, sino a que nuestros modelos sociales y económicos aún están regidos por una oligarquía que sigue gestionando con formas y modelos anacrónicos.
La aparición de la informática y de Internet hizo que muchos temieran una brecha digital. Y realmente se ha producido, pero en contra de lo previsto no ha sido entre las clases pudientes con acceso a la tecnología y las clases con menos recursos. La brecha digital se ha producido entre las nuevas formas de organización de la ciudadanía (conectada en red, colaborativa, compartiendo información y recursos) y la de aquellos que piensan, dirigen y mandan en los asuntos de interés común (jerárquicos, orientados al poder, bloqueando la información y los recursos). Basta con ver un informativo en televisión para constatar lo anacrónico de las formas de los que nos mandan. No hay semana sin que los primeros ministros europeos, o los titulares de sus carteras de economía, se reúnan en alguna ciudad europea. Y cada una de esas cumbres y reuniones es trascendental e importantísima. Hacen miles de kilómetros de desplazamiento para encuentros en los que tienen un cara a cara de apenas 30 minutos (y con intérprete de por medio). Seguro que han oído hablar de las videoconferencias y las nuevas formas de comunicación, pero se trata de “dar un mensaje a los mercados” demostrando unidad. Igual que sucedía en la época victoriana, cuando la realeza convocaba a la corte para ir a la caza del zorro y todos comentaban quién estaba y quien no, si su aspecto era impecable o desastroso, y a quién habían sonreído o si aquella mueca parecía un despecho. En la corte los gestos y las poses siempre marcaban el curso de los acontecimientos. Por eso sus encuentros son presenciales, porque siguen gestionando en base a las apariencias. Por no hablar de la gestión de los datos y de la información. Quienes nos representan insisten en gestionar como si no tuviéramos acceso a los datos ni a la información, o como si no supiéramos leer ni tener conversaciones con nuestros vecinos. Gobiernos que ocultan información sobre la autoría de un atentado, o sobre la existencia de una crisis, o sobre si van a pedir o no un rescate. Se financian de manera opaca, colocan políticos al frente de la gestión de empresas, trazan conexiones directas con el poder judicial y el eclesiástico… es como si no hubiéramos evolucionado demasiado desde la Edad Media, excepto en lo relacionado con la tecnología y con la capacitación de la ciudadanía. Actualmente los modelos empresariales y ciudadanos avanzan mucho más rápidamente. Exploran sin cesar nuevas fórmulas tanto de crecimiento como de organización, y adaptan de manera constante la tecnología disponible para resolver problemas concretos. Empresas con profesionales distribuidos por todo el mundo que se coordinan en tiempo real para el desarrollo de proyectos complejos, grupos de ciudadanos que se coordinan y movilizan para todo tipo de fines: desde el 15-M hasta el desarrollo de apps para la mejora asistencial. Nuevas formas de generar conocimiento, nuevas formas de tomar decisiones, nuevas actitudes y nuevos comportamientos. Y mientras tanto nuestras oligarquías siguen actuando en base a criterios de conservación de dinero, poder y privilegios. Mediante modelos de gestión basados en las formas, las apariencias y el control de la información. Para el desarrollo de la Sociedad Digital necesitamos sustituir las oligarquías que toman las decisiones. O sucede a un ritmo evolutivo normal, que va a requerir como mínimo algunas décadas, o se acelera mediante una revolución social. |
miércoles, 24 de octubre de 2012
Las oligarquías frenan el avance de la sociedad
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