Escribo estas líneas desde Huelva, donde me encuentro con mi familia, disfrutando de lo que pensé serían unas vacaciones felices. Lamentablemente, no ha podido ser así. Los sucesos ocurridos en Alava han profundizado aún más en la división interna en Ezker Batua-Berdeak que, en realidad, ya era una organización rota desde un año atrás.
Hoy, me embarga una sensación de tristeza no sólo por lo que está ocurriendo, sino además, y sobre todo, porque veo que la formación política en la que milito desde 1986 no ha logrado mantener la unidad deseada, ni superar los baches y las dificultades a las que se ha tenido que enfrentar.
En el año 2009, tras el resultado de las elecciones autonómicas, asumí toda mi responsabilidad y renuncié al cargo de coordinador general porque entendí que era mi obligación. Ahora, mirando hacia atrás creo que hice lo correcto. Acepté entonces ser nombrado presidente, con tres condiciones: que fuera un puesto compatible con mi trabajo como profesor de instituto, que no conllevará remuneración alguna y no implicara presencia pública.
En mayo de 2010, coincidiendo con el inicio de las divisiones en Ezker Batua-Berdeak también abandoné este cargo para no ser un problema en la búsqueda de consensos y para no interferir en la vida interna de la organización. Con la perspectiva del tiempo, creo que también entonces actúe como debía, aunque este paso no evitó la fractura en Ezker Batua-Berdeak, tal y como era sido mi deseo.
No voy a negar que en aquella ocasión y en otras sucesivas he pensado en formalizar mi baja como militante para pasar página a la leyenda sobre “madracistas”, refiriéndose a una de las sensibilidades que hasta ahora han convivido en Ezker Batua-Berdeak. No lo he hecho porque siempre me ha costado imaginarme fuera de esta organización, que ha sido una segunda casa tanto cuando he sido militante de base como cuando he tenido cargos de responsabilidad.
Sin embargo, creo que ha llegado el momento de cerrar también este ciclo. En los próximos días solicitaré mi baja en Ezker Batua-Berdeak. Me gustaría creer que esta decisión ayudará de algún modo a facilitar un acercamiento entre todas las personas que continúen en la organización, pero en honor a la verdad debo reconocer que no soy optimista. Ojalá me equivoque y Ezker Batua-Berdeak sea noticia en un futuro próximo por haber sido capaz de cicatrizar sus heridas y no sólo por airear sus diferencias.
No negaré que me voy con dolor; han sido muchos años de mi vida, muchas horas de trabajo, muchas satisfacciones y también muchos sinsabores. He tenido aciertos y errores, como todas las personas, pero me han movido en todo momento los valores y principios de Ezker Batua-Berdeak. Quienes quieren imputarme responsabilidades en lo ocurrido en Alava no tienen ninguna razón para hacerlo y lamento que se escuden en este hecho para legitimar la ruptura de Ezker Batua-Berdeak.
Deberían ser más responsables y pensar que la división debilita a la izquierda en su conjunto y a las personas que todavía confían en ella. Me despido de Ezker Batua-Berdeak con un sentimiento profundo de pena, que me acompañará un largo tiempo. He militado en Ezker Batua-Berdeak y he hecho política en la calle y en las instituciones por ideales en los que creo y creeré firmemente, y que seguiré defendiendo. He vivido siempre de mi trabajo y la mejor prueba de ello es que desde que abandoné la política activa he estado dedicado a mi profesión como profesor de instituto.
Quien quiera atribuirme otras funciones, le invito a que dedique ocho horas diarias a la enseñanza, dos más al estudio del euskera, pretenda conciliar la vida laboral y familiar, y además maneje desde la sombra los hilos de una formación política. Sería un superhombre, y no es mi caso. Desde hace dos años sólo soy un militante de base de Ezker Batua-Berdeak, sin funciones ni competencias, digan lo que digan. Desde hoy no seré ya ni eso. Este viaje ha tocado a su fin. Espero que siga para todas las compañeras y compañeros de Ezker Batua-Berdeak. Para mí habrá otros destinos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario